viernes, 11 de marzo de 2022

Personajes históricos. Hernán Cortés ( I I I )


 En la anterior entrega decíamos que en ésta íbamos a ver a los emisarios de Moctezuma dirigirse a los españoles, pidiendo Hernán Cortés entrevistarse con él. Moctezuma también quería saber qué clase de gente eran los españoles, y qué era lo que buscaban.

Una vez ya en presencia de Hernán, que los había recibido con suma cortesía, por medio de intérpretes les dijo que él era el servidor de un soberano muy poderoso. Con gran habilidad y diplomacia, Cortés les dijo que su rey, sabedor de la honradez y grandeza de Moctezuma, quería entablar relaciones con él y traerle algún obsequio, pidiendo a los emisarios fecha y lugar para entrevistarse con el emperador.

Los nativos replicaron a Cortés que su emperador era también muy poderoso y que era un tanto difícil entrevistarse con él. No obstante, los indios, como acto de buena voluntad y queriendo establecer relaciones cordiales, entregaron a Cortés y a sus hombres varios regalos que traían:  mantos de algodón, artículos artísticos hechos con plumas y oro, que era lo que en realidad deseaban los españoles.

Como contrapartida, Cortés poco tenía que ofrecer: una silla pintada y una especie de rosario de vidrio. Pero, hábilmente, y con el objeto de mantener en los emisarios de Moctezuma la impresión de poderío y majestad, organizó un desfile de caballos, a la vez que se disparaban os cañones. Ni qué decir tiene que los mejicanos quedaron profundamente alarmados, lo que no fue óbice, ni valladar, ni cortapisa,  para que sus dibujantes comenzasen a pintar esbozos de lo que estaban viendo: caballos, jinetes, cañones y embarcaciones.

Moctezuma recibió los dibujos de sus emisarios, a la vez que quedó un tanto asustado de las exigencias de aquellos hombres blancos, no estando dispuesto a recibirlos. Pero en ese momento  se acordó de una vieja leyenda azteca que decía que en tiempos muy remotos había aparecido un dios blanco en forma de hombre, el cual había enseñado a los indios, entre otras cosas, a labrar la tierra, el oro y la plata. Durante el tiempo que vivió aquel dios entre los indios, la prosperidad fue inmensa. Cuando se fue, les prometió que volvería y que sus “Hijos del Sol” tomarían posesión de esa tierra.

Con el recuerdo de esta leyenda, pensó que debería recibir amistosamente a los españoles, pues no sabía si éstos eran simples seres humanos, o los dioses que habrían vuelto a tomar posesión de su tierra. Ante  la posibilidad de que fueran los dioses, Moctezuma decidió enviar nuevos emisarios a Cortés. Los regalos de esta vez ya eran de categoría: un gran disco de oro que era del tamaño de la rueda de un carro, así como otra rueda de plata. También les ofreció un yelmo lleno de oro molido.

Pero tales regalos tenía un fin: echar a los españoles. A tal efecto les dijo que tomasen los regalos que les había enviado, pero que se hiciesen a la  mar, contando siempre con la amistad del azteca.

En la próxima entrega veremos que Cortés no siguió las indicaciones de Moctezuma, trasladándose  con sus hombres al norte  siguiendo la dirección de la costa.

Continuará.



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