Tenemos
en nuestro idioma, en el lenguaje habitual, un adjetivo que suele utilizarse en
multitud de ocasiones venga o no venga a cuento. A mí, personalmente, ese
adjetivo acabó cayéndome mal por repetitivo y extemporáneo y no suelo
emplearlo, pero dadas las circunstancias que se conjugan este día, no me queda
otro remedio que hacerlo, incluso en el título de este modesto artículo y
acompañarlo ahora de cinco guarismos,
20.319, tras restregarme los ojos ante tal magnitud y añadirle el término millones porque no sé cuántos ceros tendría que
poner para reflejar con exactitud tamaña cantidad en números que, la verdad,
nunca fueron lo mío.Bien,
después de esta introducción, pretenderé explicar las causas que motivaron el
uso de dicho vocablo así como del restregado de ojos, gesto que solemos hacer
como para despertar cuando ante ellos se presenta algo que nos sorprende de tal
manera que nos hace dudar de su realidad. Y es que la noticia que hoy hemos
oído o leído a través de los medios de comunicación resulta tan sorprendente,
por utilizar un término aproximado, que nos hace suponer que se trata de un
sueño. Para concretar y aclarar ideas reproduciré literalmente un titular,
cogido al azar en la prensa escrita:
“La
ministra de Igualdad, Irene Montero, ha anunciado la aprobación por parte del
Gobierno del III Plan estratégico
de igualdad efectiva entre hombres y mujeres, al que se destinarán 20.319
millones de euros recabados de distintos ministerios, y que estará vigente entre los años 2022 y 2025.”
Y se
dice además que “se trata de convertir el feminismo en
una cuestión de Estado” lo que ya supone rizar el rizo de las
tonterías más tontas que imaginarse puedan.
Bien,
pues por todo lo expuesto, salta necesariamente a nuestra imaginación esa
palabra detestada por mí y que no es otra que INCREÍBLE en
uno de sus empleos adecuados y no precisamente para magnificar algo. No sé lo
que vds. pensarán y opinarán cuando vean además las comparaciones de que viene
acompañada la noticia. Sigo reproduciendo literalmente:
“Aunque se trate de un plan para tres años, la cantidad supera
siete veces la destinada a Sanidad este año (2.828 milllones de euros), 3,6
veces la de Educación (5.605 millones) y 1,5 veces la del Ministerio de
Transportes (13.330 millones), que es el departamento que más dinero recibe en
los presupuestos de 2022, por detrás del de Inclusión).”
El
tener los ministerios y un enorme tanto por ciento de altos cargos en manos de
quienes nunca debieron tenerlos, trae estos desgraciados resultados. Hemos
llegado a una situación comparable a la de una familia en la que la dirección y
en especial la económica, estuviese en manos de los miembros menores de edad y
además, caprichosos. Por eso no es de extrañar el encontrarnos con tanta
ocurrencia que raya en la necedad y suele constituir un despilfarro absurdo y
disparatado contemplando la cantidad de necesidades orilladas si no abandonadas
por la infantil progresía que inventa problemas donde nunca los hubo, buscando
por consecuencia soluciones innecesarias que no hacen más que complicar la
convivencia a los ciudadanos de a pie que asisten, entre confusos y
horrorizados a estos partos tan insensatos y descabellados como escandalosos. Y
es que no podemos dejar de recordar precisamente en estos días, las tragedias que
nos angustian como la erupción de un volcán en nuestra tierra o el conflicto
ruso-ucraniano no muy lejano, amén de otros muchos problemas de distinta
importancia pero que también merecerían una destacada atención como puede ser
muy especialmente la subida de precios en general y el de la energía eléctrica
en particular. Como dije antes, se antepone a todo esto el convertir al
feminismo en una “cuestión de estado” sin aclarar con precisión ni lo que es
“feminismo” ni lo que se entiende por “cuestión de Estado” ya que lo único
claro y que entendemos todos es que nos va a costar 20.319 millones de euros.
Pues
sí, esas tenemos y ahí están en este caso nuestras “próceras”, “próceros” y
“próceres” pensando en esas cosas tan importantes que los tienen tan entusiasmados
de haberse conocido como admirados y maravillados por las deslumbrantes ideas
que aportan al bienestar y gozo de sus conciudadanos que debían acogerlas
aplaudiendo hasta con las orejas. Total, a ellas, ellos y “elles”, la
brillantez de esas ideas no les va a costar ni un solo euro y no todos la
tenemos, pero la experiencia de poder disparar con pólvora ajena debe resultar
como ahora se dice, “increíble”, en fin “una gozada.”
Francisco
Alonso-Graña
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