jueves, 24 de marzo de 2022

Increíble


 Tenemos en nuestro idioma, en el lenguaje habitual, un adjetivo que suele utilizarse en multitud de ocasiones venga o no venga a cuento. A mí, personalmente, ese adjetivo acabó cayéndome mal por repetitivo y extemporáneo y no suelo emplearlo, pero dadas las circunstancias que se conjugan este día, no me queda otro remedio que hacerlo, incluso en el título de este modesto artículo y acompañarlo ahora  de cinco guarismos, 20.319, tras restregarme los ojos ante tal magnitud y añadirle el término millones porque no sé cuántos ceros tendría que poner para reflejar con exactitud tamaña cantidad en números que, la verdad, nunca fueron lo mío.

Bien, después de esta introducción, pretenderé explicar las causas que motivaron el uso de dicho vocablo así como del restregado de ojos, gesto que solemos hacer como para despertar cuando ante ellos se presenta algo que nos sorprende de tal manera que nos hace dudar de su realidad. Y es que la noticia que hoy hemos oído o leído a través de los medios de comunicación resulta tan sorprendente, por utilizar un término aproximado, que nos hace suponer que se trata de un sueño. Para concretar y aclarar ideas reproduciré literalmente un titular, cogido al azar en la prensa escrita:

 “La ministra de Igualdad, Irene Montero, ha anunciado la aprobación por parte del Gobierno del III Plan estratégico de igualdad efectiva entre hombres y mujeres, al que se destinarán 20.319 millones de euros recabados de distintos ministerios, y que estará vigente entre los años 2022 y 2025.”

 Y se dice además que “se trata de convertir el feminismo en una cuestión de Estado” lo que ya supone rizar el rizo de las tonterías más tontas que imaginarse puedan.

 Bien, pues por todo lo expuesto, salta necesariamente a nuestra imaginación esa palabra detestada por mí y que no es otra que INCREÍBLE en uno de sus empleos adecuados y no precisamente para magnificar algo. No sé lo que vds. pensarán y opinarán cuando vean además las comparaciones de que viene acompañada la noticia. Sigo reproduciendo literalmente:

 Aunque se trate de un plan para tres años, la cantidad supera siete veces la destinada a Sanidad este año (2.828 milllones de euros), 3,6 veces la de Educación (5.605 millones) y 1,5 veces la del Ministerio de Transportes (13.330 millones), que es el departamento que más dinero recibe en los presupuestos de 2022, por detrás del de Inclusión).”

 El tener los ministerios y un enorme tanto por ciento de altos cargos en manos de quienes nunca debieron tenerlos, trae estos desgraciados resultados. Hemos llegado a una situación comparable a la de una familia en la que la dirección y en especial la económica, estuviese en manos de los miembros menores de edad y además, caprichosos. Por eso no es de extrañar el encontrarnos con tanta ocurrencia que raya en la necedad y suele constituir un despilfarro absurdo y disparatado contemplando la cantidad de necesidades orilladas si no abandonadas por la infantil progresía que inventa problemas donde nunca los hubo, buscando por consecuencia soluciones innecesarias que no hacen más que complicar la convivencia a los ciudadanos de a pie que asisten, entre confusos y horrorizados a estos partos tan insensatos y descabellados como escandalosos. Y es que no podemos dejar de recordar precisamente en estos días, las tragedias que nos angustian como la erupción de un volcán en nuestra tierra o el conflicto ruso-ucraniano no muy lejano, amén de otros muchos problemas de distinta importancia pero que también merecerían una destacada atención como puede ser muy especialmente la subida de precios en general y el de la energía eléctrica en particular. Como dije antes, se antepone a todo esto el convertir al feminismo en una “cuestión de estado” sin aclarar con precisión ni lo que es “feminismo” ni lo que se entiende por “cuestión de Estado” ya que lo único claro y que entendemos todos es que nos va a costar 20.319 millones de euros.

 Pues sí, esas tenemos y ahí están en este caso nuestras “próceras”, “próceros” y “próceres” pensando en esas cosas tan importantes que los tienen tan entusiasmados de haberse conocido como admirados y maravillados por las deslumbrantes ideas que aportan al bienestar y gozo de sus conciudadanos que debían acogerlas aplaudiendo hasta con las orejas. Total, a ellas, ellos y “elles”, la brillantez de esas ideas no les va a costar ni un solo euro y no todos la tenemos, pero la experiencia de poder disparar con pólvora ajena debe resultar como ahora se dice, “increíble”, en fin “una gozada.”

 Francisco Alonso-Graña

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