martes, 29 de marzo de 2022

Personajes históricos. Hernán Cortés ( V I I I )


 Como decíamos en la anterior entrega,  en ésta y en las próximas  veremos las vicisitudes por las que pasó Cortés en la capital mexicana como huésped de Moctezuma, que en ese momento llegaba con regalos, joyas y piedras preciosas para los españoles, como habíamos visto en el anterior artículo.

Saludó a Hernán Cortés con educación y cortesía, aunque no permitió que el español le abrazase, diciéndole que les daría cuanto necesitasen, ya que estaban en su casa y país.

Inmediatamente los llevó a lo que iba a ser la residencia de los conquistadores: un palacio de piedra ubicado en el centro de la ciudad. Según caminaban hacia él, iban viendo las construcciones que aparecían ante sus ojos: fortalezas rodeadas de muros y templos dedicados a los dioses aztecas, en cuyas cimas se encontraba siempre el fuego sagrado.

La gente que observaba el tránsito de los españoles, se quedaba asombrada principalmente al observar a los jinetes que jamás habían visto, así como el cañón.

Ya instalados en el palacio, enorme edificio en el que había sitio de sobra para los españoles y sus aliados trascaltecas, lo primero que hizo Cortés, para prevenir cualquier ataque, fue fortificarlo. Una vez hecho esto, Cortés se dedicó a visitar la ciudad, con el beneplácito de Moctezuma, quien además lo llevó a su palacio imperial.

Cortés se quedó atónico al ver la lujosísima mansión con sus jardines colgantes, espléndidas piscinas, acuarios, animales . . .

Por otra parte, Moctezuma tenía tres mil sirvientes que, entre otras cosas, preparaban la mesa del emperador con más de mil platos distintos. El emperador siempre comía solo y escondido detrás de un biombo. Era servido por cuatro bellísimas jóvenes. Una vez terminaba de comer, se dedicaba a oir música y a ver el espectáculo de bailarinas.

A pesar de la buena acogida de Moctezuma, los españoles se encontraban un tanto agitados y en situación muy tensa. No las tenían todas consigo. Dicha situación se hizo más tensa debido a una imprudencia de Cortés: intentó que el emperador se convirtiese al cristianismo.

Moctezuma le dijo que, aunque el Dios de los españoles era muy grande, también los dioses aztecas lo eran, ya que siempre habían servido al pueblo. Le dijo que nunca renegaría de ellos.

En la próxima entrega veremos las reacciones de Moctezuma y de Cortés, cuando éste visitó el templo de los dioses aztecas, quedando asustado de lo que allí vio.

Continuará.



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