Y continuamos con este libro de D. Luis Carandell. Como decíamos en nuestra entrega ( 1 0 ), insertada con fecha 23 de enero de este año, en las tres siguientes veríamos “Ábrese la sesión”, “El silencio y el énfasis” y “He aquí un político”. Como “Ábrese la sesión” y “El silencio y el énfasis” ya los hemos visto anteriormente, ahora sólo nos queda “He aquí un político”, que figura en la página 59. Dice así:
“He
aquí un político”
Y,
para concluir esta pequeña antología, he aquí unos fragmentos de la crónica que
Azorín dedica al conde de Romanones, altamente reveladora de la personalidad de
don Álvaro y del carácter de su política. ‘Todas las tardes, nosotros
presenciamos en la Cámara popular un pequeño espectáculo. Se trata de la corta
peregrinación que el señor conde de Romanones se ve precisado a hacer para ir
desde el despacho de los ministros al banco azul o bien desde el banco azul al
despacho de los ministros’.
Varios
diputados se agolpan ante el señor conde y él reparte apretones de manos. Todos
son amigos del señor conde, todos aprovechan su paso para saludarle, para
recordar antiguas promesas. Azorín
escribe: ‘¡Caramba, Fulánez, le grita el conde a uno, tanto tiempo sin
verle! Y le echa el brazo sobre el hombro y le golpea cariñosamente la espalda.
¡No olvido eso, Mengánez, le vocea a otro; lo tengo bien presente! ¡Queridísimo
Zulánez, exclama ante un tercero reteniendo sus manos entre las suyas y
dedicándole la mejor de sus sonrisas; sabe usted que se le quiere más que a
nadie! ¡No me diga usted nada!, se apresura a decir a un cuarto que ve llegar
desde lejos hacia él; no me diga usted nada; recuerdo perfectamente lo que
hablamos y haré cuando yo pueda’.
Concluye
Azorín: ‘Y de este modo, entre abrazos, sonrisas, promesas, palmadas en la
espalda y apretones de manos, atraviesa por fin el señor conde de Romanones el
salón de conferencias y desaparece en el despacho de los ministros. He aquí un
político”.
Continuará.
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