Como decíamos en nuestro artículo “Ideología y Deontología”, vamos a comentar en un par de entregas el libro “La ideología invisible. El pensamiento de la nueva izquierda radical”, autor Jesús Trillo-Figueroa, Editorial LIBROSLIBRES, Madrid 2005, 377 páginas.
Como siempre, y lo repetiremos
hasta la saciedad, este es otro libro que no se ve por las librerías porque no
es “políticamente correcto”. La verdad es que no tiene desperdicio.
No cabe duda de que el gobierno
más radical que ha tenido España desde aquello que se llamó “transición”, ha
sido el de Zapatero, seguido por el actual del doctor Sancheznstein. ZP lo
dijo: “Soy rojo y feminista”. No se
puede decir tanto con tan pocas palabras: adaptación y recuperación del
marxismo bajo formas tales como feminismo mal entendido, ecologismo, contraculturalismo,
antiglobalización, colectivos de homosexuales, “pacifistas” y demás
movimientos.
¿Se acuerdan lo que decía este
Bobo Solemne en el año 2000, cuando seguramente ni soñaba ser presidente algún
día? Pues, abrazándose a una posición izquierdista totalmente radicalizaba, abogaba,
de forma muy optimista, por un “socialismo libertario”. A tal efecto,
nos dice el autor:
“El optimismo que parece derrochar el presidente Zapatero es un optimismo
distinto: ideológico o utópico, como él mismo ha definido” (Página 23).
Con esto queda bien claro las
ideas que ZP tenía pergeñadas, aunque fueran de lo más inconsistente como quedó
demostrado a lo largo de su nefasto y fracasado mandato. Para este sujeto, la
palabra utopía forma parte del actual socialismo español. Recordarán que a tal
efecto manifestaba aquello de que “la
utopía forma parte de mi vocabulario esencial: lograr las conquistas
imposibles. Los cambios en el mundo se han hecho defendiendo la causa de los
dominados”.
Sobre esto, se lee en la página
124:
“El problema es que, a pesar de las probable nobles intenciones de
quienes las elaboraron, las utopías que en el siglo XX intentaron cambiar el mundo - como el comunismo o el nacional-socialismo –
se convirtieron, para quienes quisieron liberar de la dominación, en auténticas
pesadillas, que menos mal que resultaron ser imposibles”.
La lectura de este libro le da a
uno a entender que el socialismo que quería implantar este sujeto, y que en
parte ha conseguido, nada tenía que ver con el de otros tiempos en donde no
había tanto nihilismo, tanto radicalismo, tanto “ismo” y tanta ideologización.
Además, este nuevo socialismo “zapateril”
tenía mucho de contracultural al estilo de los Marcuse, Habermas y otros. Sus
planteamientos nihilistas en cuanto a la transformación del lenguaje, son bien
conocidos. Prueba de ello es que en esta desconocida España la “hegemonía
cultural” es de la izquierda. Gramsci no lo hubiese hecho mejor.
Continuará.
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