Desgraciadamente, y quiero empezar reconociendo que es un parecer personal salvando las posibles discrepancias, los altos mandos del PP han mostrado una vez más una penosa falta de conexión que ya parece crónica con sus votantes y, sobre todo con sus “posibles”, dando muestras del complejo anti-derecha que sienten y que va siendo una de sus señas de identidad.
Estos días ha tocado, y contemplamos como muestra, una salida tonta y totalmente extemporánea de una persona tan seria y respetable como me parece D. Esteban González Pons, recientemente nombrado presidente del Comité organizador del Congreso del PP de Abril próximo. Este señor, que acaba de coger vela en este entierro (en sentido figurado, no se me malinterprete), aparece repentinamente metiendo la pata, vamos a decirlo así de claro, con unas declaraciones en las que califica a VOX de partido de extrema derecha. Aceptando, aunque sea momentáneamente esos términos ¿no estará el mismo señor Pons situado más a la derecha que VOX y sus simpatizantes? Y es que ya nos cansan estas calificaciones de derecha e izquierda que estamos escuchando a diario y que ya no significan nada si las examinamos con rigor. Para atenuar el calificativo de derecha por creerlo vergonzante, se hace gala de un tímido posicionamiento de centro derecha que para mí no es más que una falacia conceptual y lingüística ya que hablando de posiciones, la derecha es la derecha, la izquierda es la izquierda y el centro es el centro o sea que el centro es la equidistancia entre derecha e izquierda, siendo imposible situarlo como centro derecha y centro izquierda ya que ¿se produciría un troceado que le haría perder su esencia “central” al tener también que incorporar centro-arriba, centro-abajo o geográficamente, centro-norte y centro-sur, etc., etc.? Imposible de toda imposibilidad. Y ya me pueden ustedes perdonar estas disquisiciones tan ingenuas y poco necesarias, que con irreverente osadía por mi parte van en contra de lo reconocido, establecido y utilizado habitualmente. Espero no haberme liado más de lo necesario y tengan la seguridad de que no pretendo dármelas de lingüista especializado, sentando normas pues no hago más que expresar mis particulares y personales opiniones.
Siguiendo con la inoportunidad del citado señor González Pons y admitiendo en su descargo que se expresa en un tono sereno y sin acritud (hasta entona el mea culpa al hablar de un resurgir del PP de sus cenizas, reconociendo la quema), cuando todo el mundo estaba esperando un cambio en el PP tras los lamentables acontecimientos ocurridos en torno a la familia Ayuso de tan aciago resultado, se le ocurre salir a la palestra sin reparar en que “el personal” espera ver caras nuevas y no las más vistas que el TBO como puede ser la suya. Entiendo que esto no son más que pasos atrás pues ¿cómo es posible que tras tantos años en las altas esferas, no perciban el que en estos momentos tan delicados y trascendentales lo primero que necesita el PP es quizá sufrir una catarsis que desemboque en un cambio drástico en lo personal? No me figuro hoy y ojalá me equivoque, al señor citado, actuando de protagonista en un mitin de ese PP resurgido ante unas elecciones generales. Va errado con esa falta de sensibilidad. No es por ahí por donde se ganan los votos y confío en que el supuestamente nuevo talante del señor Feijóo aunque confieso que no me entusiasma (de momento califica a VOX con el término bastante vago de populista), sea bastante distinto al que puedan exhibir las viejas glorias que pueden dar la impresión de un anclaje en el pasado. Sería muy conveniente que los nuevos responsables, ante la delicada situación suscitada en el PP por la torpeza y tozudez de las que hasta ahora eran sus figuras principales, dejasen de caer una y otra vez en los mismos errores y empezasen pronto a dar una imagen bien distinta, seria y digna para la que, dentro de mi modestia, yo les recomendaría una exposición clara de su ideología y un definitivo abandono de ese ridículo complejo que representa el temor a verse relacionados con ideas y tendencias derechista. En política es inútil buscar un amplio espectro como si de un medicamento se tratase. La claridad sin duda contribuiría a conseguir una firmeza de la que hoy carece su imagen, para ejercer una oposición despierta, seria y sólida que no se dejase tomar el pelo día tras día por unas fuerzas en las que se personifican la incompetencia, la trampa y la mentira, esos atributos que van parejos con lo que hoy es el gobierno de nuestra sufrida nación.
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