Romance
del visitante
“¿Dónde
vas Abalos mío
donde
vas triste de tí?
Voy
en busca de la Delcy
que
me espera por aquí.
Pues
la Delcy ya se ha ido
ido
se ha, que yo la vi
y
no sé quién la llevaba
por
esas pistas de ahí.
Iba
buscando maletas,
unas
cuarenta o así.
Sucedió
que esas maletas
que
ella se trajo al venir
tenían
alas y volaron
lejos,
lejos, por allí
y
ella quisiera encontrarlas
muy
preocupada la vi
pues
dentro de las maletas
algo
traía para tí
¿Para
mí dices traía?
¿Solamente
para mí?
Al
menos eso me dijo
eso
me dijo ella, sí.
Pues
¡menudo contratiempo
si
es verdad lo que te oí!
Y
es que ahora el presidente
mucho
me podrá reñir
por
haber llegado tarde
a
la cita a que acudí
¡Ay
las malditas maletas!
No
eran solo para mí,
venían
de Venezuela
y
eran para repartir
entre
unos cuantos amigos
que
confiaron en mí.
Si
volaron las maletas
ya
no habrá qué repartir
y
nos quedaremos todos
con
un palmo de nariz.
¡Ay
Delcy, Delcy del alma!
Vuelve
pronto, vuelve, sí,
que
si nos faltan maletas
¿qué
habrá para repartir?
¿Algún
cargo de ministro?
No,
que ya tenemos mil
Y
¿qué más da mil y pico?
ya
que ministros parir
hoy
no resulta difícil
¡No
hace falta pedigrí!
Y
un ministro más o menos,
eso
se hace en un trís
y
una ministra tampoco,
eso
es cuestión baladí.
Pues
venga a parir ministros
por
aquí y por allí
sustituyamos
“maletas”
por
ministerios ¡jolín!”
Francisco
Alonso-Graña del Valle
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