Según el diccionario de los “inmortales” de la RAE,
democracia es:
1. f. Doctrina política favorable a la intervención
del pueblo en el gobierno.
Tal definición parece lógica, pero había que hacer
muchas matizaciones. En primer lugar, no se concibe una democracia en la que el
Jefe del Estado es un sujeto que no ha
sido elegido por el pueblo. Y que no nos hablen de una monarquía parlamentaria
porque, dígase lo que se diga, es un contrasentido y un oxímoron.
En una democracia auténtica y verdaderamente digna del
pueblo, la sociedad civil se moviliza para controlar el poder con el objeto,
entre otras cosas, de evitar todo tipo de abusos y corrupciones.
La democracia, si es que se puede llamar así, que
tenemos en España desde hace casi cuarenta años, siempre se ha visto envuelta
en la corrupción por mor de la ausencia de valores de los ineptos que la
dirigieron y la dirigen. Lo curioso del caso es que los votantes en vez de
pedir y exigir cuentas se cruzan de brazos. Con “indignarse” tienen bastante.
¿Por qué no se controlan los excesos de poder, vengan
de senadores, de diputados, de alcaldes o del propio gobierno, así como del “augusto”
dormilón? Mientras esto no se haga, toda esta gente seguirá utilizando los
inmensos recovecos del Estado para su beneficio personal o político, con la más
cara dura y sin presentar ni una sola dimisión.
Son muchas las cosas que se han dinamitado desde la
época del “gonzalato” hasta nuestros días. Una de las más importantes, y que ya
ven las consecuencias que está trayendo, es en el campo de la Educación,
arrasada y “enrasada” por aquello de la igualdad que, como ya es sabido
sobradamente, ha llevado a nuestros educandos a unas cotas de ignorancia
supinas.
Aparte de esta ignorancia, los jóvenes que nacieron
durante el “gonzalato” y que ahora tienen alrededor de los treinta años, son personas de una debilidad mental
escalofriante. No conocen la excelencia, el esfuerzo, el trabajo, el tesón, la
honorabilidad y un montón de cosas más.
Resumiendo: sin contrapoderes no es posible una
verdadera democracia, sino una partitocracia cuatrianual endogámica que solo se
rige por intereses de partido.
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