martes, 31 de marzo de 2020

La hora de los tramposos



Vergonzoso, ruin y denigrante aunque era de esperar dada la calaña de los personajes que ya sospechábamos, iban a aprovechar esta desgracia, este mal pandémico que está costando vidas humanas y que ya ha causado una hecatombe económica. y social, para extraer de él sus réditos o intereses particulares.

Y hablo, en primer lugar, sí, del nada menos que vicepresidente segundo de esta desgracia de gobierno que ha proporcionado a todos los españoles ese otro personaje, que, también para nuestra desgracia, ha llegado a su presidencia sin el más mínimo interés por el bien común sino para satisfacer, aunque sea a costa o a cambio de pactos denigrantes y tramposos, sus veleidades personales de un egocentrismo tan vacío como miserable.

Pues sí, el tal y nefasto vicepresidente ya ha tenido que asomar su coleta allí donde nadie lo llamaba ni nada pintaba excepto ese dañino afán de protagonismo que no es capaz de conseguir mediante un juego limpio y de grandes miras que es donde se demuestra la categoría de las personas y no la calaña de los personajes.

En una comparecencia que debía de contener tal trascendencia como supone el dar cuenta a la nación del estado y medidas adoptadas en cuanto a la pandemia y que se suponía de un enorme interés para la población, se cuela este individuo, saltando la cuarentena obligada a todos y muy especialmente a él en cuya casa (mansión) se ha detectado el virus, toma la palabra y suelta un alegato político, críticas y rechazo a la monarquía incluídas, que para nada venía a cuento en ese momento y circunstancias, simplemente para hacerse ver y notar en un vergonzoso, traidor y ventajista aprovechamiento de unas circunstancias dramáticas en beneficio únicamente de su persona e intereses.

He ahí lo que nunca debe hacer un político vocacional y honrado al que jamás debe ocurrírsele una actuación tan vil e indigna, desgraciadamente tan común hoy día como censurable.

Pero, para nuestra desgracia ahí están, ahí tenemos a esas personas que presumen de un deseo tan filantrópico como el bienestar de sus ciudadanos y que entienden a la perfección que ese bienestar, como la caridad bien entendida, empieza por uno mismo.

Desgracia la nuestra, enorme, al tener que padecer a semejantes ejemplares para los que la trampa y la mentira son armas preferidas. Hoy dicen digo porque les conviene y mañana dicen Diego por la misma razón. También, como se dice coloquialmente, son especialistas en "salirse por peteneras" como ese otro portavoz sobre ruedas que, después de decir en relación a la epidemia que era leve y estaba perfectamente controlada, en vez de pedir perdón y dimitir como era obligado, se descuelga afirmando que "hay que preguntar a los de Vallecas". ¡Pobre él pero más pobres nosotros! Tener que soportar a un comunista argentino que debía estar agradecido a la nación que lo acogió y lo atendió en sus necesidades vitales y que por el contrario y, aprovechándose de ese otro regalo que se le dió en forma de un puesto en la política, intenta romper a esa nación fomentando la envidia, el odio y la venganza, digo, tener que soportar a este refugiado, no cabe desgracia mayor.

Se dice que la verdad siempre llega a aparecer pero por el momento en este desgraciado y sufrido país parece que caminamos por el camino contrario o equivocado. A Dios gracias, los ojos se nos van abriendo con la esperanza de que los abran muchos ciudadanos más, hoy ciegos, y en la confianza de que estos enemigos de esa paz que gozamos con tanto esfuerzo pasado, muestren a la luz su verdadero rostro y todos veamos claramente sus nada limpias intenciones.


Francisco Alonso-Graña del Valle


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