En torno a las teorías de una
destacada discípula de Darwin.
Pues sí, es en serio: hoy día,
gracias a esta forma de gobierno que llaman democracia, el ocupar un puesto en
la política, sea cual sea, infunde una gracia infusa que convierte a esos
afortunados en licenciados, doctores, especialistas, etc. de todas las ciencias
y saberes del mundo entero.
Sí, vuelvo a repetir, cada vez soy
más consciente de ello y yo, que no es por presumir, pero tengo dos
licenciaturas universitarias o lo que, vulgarmente se dice, dos carreras, no
había sido consciente, aunque ya lo iba sospechando, de la ciencia que atesoran
hoy día nuestros políticos y, como es de rigor decir y reconocer, nuestras
políticas. Y es que tengo tan reciente una muestra de lo que digo y afirmo,
que, sin dudarlo, me pongo a escribir para hacer partícipes a quienes tengan el
humor y las ganas de leerme, de esa muestra que, de tal modo, agitó mis
sentidos que estuve a punto de perder la estabilidad ante el mareo que me
produjo el escuchar sapiencia tal que, para mi vergüenza me hizo sentir tan
ignorante e insignificante como una zapatilla de cuadros, vieja, descosida,
destalonada y ajada. Todo esto me produjo el escuchar una teoría sobre la
evolución de las especies, mantenida y expresada ante ignoro qué audiencia, por
una concejala de Juventud de SOMOS, del Ayuntamiento de Arrecife, capital de la
isla de Dios, Lanzarote, como dice una entrañable isa de allá, de las islas
Afortunadas.
No queriendo mantener a vds. en un
suspense más prolongado, voy a intentar reproducir literalmente, el resumen de
la teoría mantenida, quizá, por desgracia en el marco de una rutinaria sesión
de Ayuntamiento y que sería digna de presentarse en foros de mayor altura
intelectual o científica por una estudiosa que, de vivir en otros tiempos,
sería discípula o colaboradora predilecta del insigne Charles R. Darwin por sus
brillantes conocimientos de la teoría de la evolución de las especies por la
selección natural.
Allá va, esperando no me tiemble el
pulso al reproducir las brillantes y destacadas consecuencias o deducciones
expresadas en un tono tan seguro y doctrinal que resulta categórico y que,
realmente, impresiona. Más o menos:
"Este virus
que ha mutado dos veces para que no lo pillen (sic), está atacando solo a
personas mayores y no a jóvenes y niños con lo que creo yo que la naturaleza
nos está dando un aviso que puede ser que estemos llenando la tierra (sic) de
personas mayores y no de jóvenes".
La autora de tan brillante teoría se
llama Elisabet Merino y, repito es concejala de Juventud del ayuntamiento de
Arrecife por el partido SOMOS, una marca de PODEMOS por aquellas latitudes. Y,
no me tilden de pesado pero repito su nombre: Elisabeth Merino para que lo
retengan, pues con el tiempo, con toda seguridad, se hará acreedora al premio
Nóbel de las Ciencias. Lo malo es que a nuestras edades y sobre todo, vista la
teoría de esta mente privilegiada, tal vez nos hayan dado ya un pasaporte para
mejor vida.
Bien, pues yo, persona muy mayor y
con conocimientos elementales sobre las teorías de la evolución y la selección
natural, le diría a esta darwinesca concejala que lo que sobran realmente en
esta tierra son representantes de la raza asnal a la que, sin duda ella
pertenece, raza que sería con seguridad estudiada con gran interés por el
maestro de la evolución para intentar determinar de qué mundo procede esa
especie, a todas luces próxima a lo animal. Y que más que el coronavirus que
ella debe conocer a fondo, es temible el virus de la ignorancia como el que
ella arrastra. Y le agradecería que nos permitiese a los mayores vivir en paz
lo que nos queda de vida, pues ni pretendemos ni vamos a llenar la tierra sin
dejar espacios. Y también, si me lo permite
y si no también, le recomendaría que cierre esa boca para librarnos al menos de
escuchar rebuznos de tal magnitud. Es lo mejor que puede hacer para bien de la
humanidad que sin duda, es lo que ella desea y para final, que no se meta a
influenciar sobre la continuidad de las especies, que ya ellas continúan por sí
solas sin necesidad de teorías tan peregrinas.
Francisco Alonso-Graña del Valle
No hay comentarios:
Publicar un comentario