El nuevo ministro de Sanidad,
Salvador Illa, ¿cómo se las va a arreglar para que su ministerio no se hunda
más? No se da cuenta, porque sus anteojeras, su fanatismo y su lavado de
cerebro se lo impiden, de la desastrosa situación de su ministerio.
Si echamos un vistazo somero
al panorama que tenemos delante, es como para que se le pongan a uno los pelos
de punta. Así, por ejemplo, si una persona llegase a trabajar menos de quince
años (tal como están las cosas ahora no es ningún disparate), se quedaría sin
pensión. Otro asunto peliagudo es el de que siete gobiernos, de los dieciocho
que hay en España, están en bancarrota.
No nos engañemos: el traspaso
de la Sanidad a los gobiernos autonómicos fue un desastre nacional. Y lo
seguirá siendo mientras sigan existiendo 18 gobiernos. Pero, claro, para eso están
las “áreas sanitarias”, oiga, en las que las plazas se designan o se imponen a
dedo sin importar la calidad, ni la cualidad, ni la diligencia, a la par que se
crea una discriminación tan espantosa que hace que en determinadas CCAA exista
una diferencia remunerativa de hasta un cincuenta por ciento.
Y no comentemos ya nada sobre
la situación por mor del coronavirus. De desastre. Nadie planta cara a este
nefasto gobierno ¿Tendrá este sujeto arrestos para hacerlo? Creemos que no.
Al Sr Illa lo que le incapacita, más que su ideología y fanatismo, es su supina ignorancia y falta de preparación para el cargo, su título de filosofía con una experiencia efímera como alcalde de un pueblo de 10000 habitantes, no le faculta para el cargo, además no tiene el mínimo carisma ni liderazgo. La gestión al frente de sanidad es nefasta. En estos momentos y después de años de gestión por parte de las comunidades autónomas son más eficaces.
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