Lo peor que puede sucederle a
un país y a una sociedad es que para opinar sobre algo haya que mirar al panel
a ver qué es lo que dice. Y si ese panel está controlado por el Gran Hermano
con la correspondiente ideología que todo lo preña e invade, entonces surge el
aborregamiento. Para eso están los corrales mediáticos, oiga, que son los que
propagan la ideología única, la políticamente correcta, como si de un auténtico
opio del pueblo se tratase. Y así surgen las “opiniones coincidentes”, como la
de aquellos dos pedantes marxistas infumables que coincidían en que “Lenin había sido el personaje más
importante del siglo XX”. Sin comentarios.
Desde hace algunos años,
todas las medidas políticas, sociales, e incluso legislativas, se han hecho con
criterios puramente ideológicos y, por tanto, sin la menor comprobación
empírica. Así nos luce el pelo.
Aplicando el talante, que no
deja de ser un talante ideológico carente de todo talento, se ha decidido lo
que es justo, lo que es injusto, lo que es represivo, etc, etc, con un
desconocimiento brutal de la realidad. Para ello se ha creado una urdimbre y un
andamiaje perfectamente apuntalado y sostenido por todos los medios habidos y
por haber más “ad hoc” al sistema. No importa que el asunto sea un auténtico
tocomocho: con el fútbol, la telebasura y el catre de los “famosos”, tenemos
suficiente.
Desde esta perspectiva
ideológica, lo que se pretende es vendar los ojos al “pueblo soberano”. No cabe
duda de que esto se está consiguiendo. Para eso están las noticias en primera
plana y los telediarios.
Y cuando algunos enviamos
artículos a la prensa denunciando esto y otras cosas, nos vetan y no lo
publican: la calígine ideológica los obnubila, por mor de lo políticamente
correcto, por muy independientes que digan que son. Las esquelas, los anuncios
eróticos y otras cosas que nada tienen que ver con el periodismo, y sí con una
tómbola, dan más dividendos.
En fin, cuando los tres poderes,
cuando la universidad y la escuela, así como la prensa, tengan la honradez
intelectual de no mirar para el panel, entonces, y sólo entonces, saldremos del
estercolero en el que estamos metidos. Y es que la ideología es una brida, con
orejera y anteojera incluidas, que lo único que hace es conducir al “pueblo
soberano” a grandes y graves errores.
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