miércoles, 17 de julio de 2019

La realidad del liberalismo



El liberalismo es una teoría, sistema o ideología, como ustedes prefieran llamarlo, que ha sido, y es, ensalzado o combatido.

Bien mirado, es un sistema que no plantea ni favoritismos ni discriminaciones contra nadie por una razón muy sencilla: el liberal no odia, como lo hace la teoría marxista, a los ricos, entendiendo por tal a las personas que han adquirido sus bienes a base de sacrificios y trabajo honrado, no teniendo la intención en ningún momento de arrebatarles lo que han ganado.

Como ya hemos expuesto alguna vez en este blog al hablar de algunos economistas, conviene recordar que, por ejemplo, la Escuela Austríaca, también llamada Escuela de Viena,  fundada por Carl Menger y continuada por Eugen von Böhm-Bawerk, Friedrich von Wieser, Ludvig Von Mises, Friedrich A. Von Hayek y otros, no es partidaria de los impuestos especiales para los ricos, pues el capital es el que verdaderamente crea puestos de trabajo, bienestar y, consecuentemente, riqueza. Como decía Joseph Sobran, “quejarse de que la economía libre favorece a los ricos, es como quejarse de que la libertad de expresión favorece a los elocuentes”.
También dicen los seguidores de esta Escuela que, tanto la supresión del intervencionismo estatal, así como promocionar y desarrollar la libertad de comercio, serán beneficiosos para todos.

Asimismo, esta escuela defiende que, para que una moneda sea estable no tiene que haber ningún tipo de injerencia, tanto por parte del Estado, como por parte de los bancos centrales que son, como todos sabemos, lo que fijan tasas e intereses, trayendo la terrible consecuencia de fijar precios, tanto de los productos como del dinero. Con esto se quiere decir, obviamente, que es el mercado el que tiene que regular. Si los que regulan son los bancos, como ha ocurrido recientemente, las consecuencias has sido catastróficas, ya que al permitir intereses bajos, la petición de hipotecas se disparó, trayendo la fatal consecuencia de la supravaloración de los pisos. Después, claro, en vez de tratar de corregir el problema, se buscan culpables que, como ya sabemos, son los de siempre: el capital, la Iglesia, los EE.UU., los mercados y demás letanía de siempre.

Mientras no se mire la realidad social y política de una nación, amén de la económica, y se siga manipulando al “pueblo soberano” con ideas, conceptos únicos y etiquetas contrarias a la libertad, no habrá nada que hacer.

Y mientras se siga hablando de democracia por individuos de ideología totalitaria, como estamos viendo actualmente, tampoco habrá nada que hacer. Hablan mucho de “democracia”, pero de libertades no dicen ni pío.



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