Los medios de comunicación, o de confusión, más “ad hoc” con el progresismo, no cesan de ver, o mejor dicho, de mirar de soslayo, a
Para ello llaman a los terroristas musulmanes “mártires”, mientras les escuece y se ponen en estado catatónico cuando
Los asesinatos que cometen aquellos “mártires” islamistas, son considerados como inmolaciones, que tienen su motivación y causa la fe en Dios.
Evidentemente entre un mártir cristiano y un “mártir” asesino islamista hay una enorme diferencia. Mientras el primero es asesinado por no renegar de su fe, el segundo asesina a otros, generalmente a personas que no tienen nada que ver con la religión, y por tanto inocentes, pereciendo voluntariamente y precisamente por su fe.
Pero hay algo más en toda esta confusión que se quiere crear: ese algo es la intención de mezclar todas las religiones con el único objeto de proscribirlas y tratar de denigrarlas como algo execrable
Estos “mártires” de Alá, nos traen el recuerdo de los “kamikazes” japoneses durante
Como es sabido, el Corán promete el paraíso (ríos de vino y leche y hermosas huríes) a los musulmanes que mueran en una guerra luchando contra los infieles, guerra a la que llaman santa. A pesar de que el mencionado Corán nada dice del asesinato de inocentes, inmediatamente sacan la coartada de que las personas que apoyen o defiendan a un jefe o jefes enemigos, automáticamente son tildados de “infieles”, con lo que se difumina el concepto de asesinato.
En fin, el problema que tiene Occidente a la vista es grave, aunque los “analistas” políticamente correctos tratan de buscar explicaciones y razones, tales como las “luchas interculturales” que, para evitarlas, está la “alianza de civilizaciones” y otras lindezas.
Nosotros creemos que, como en la mayoría de los casos, la razón es muy simple: los islamistas entregan sus vidas por algo en lo que creen, sea verdad o no. Nosotros, los occidentales, con toda nuestra cultura, nuestros inventos, nuestro estado del bienestar, nuestras comodidades, etc., etc, hemos perdido esto de vista. Incluso “nuestros terroristas” occidentales tienen verdadero pánico a perder la vida: asesinan a otros, pero ellos quedan a salvo.
No le demos más vueltas: éste
es el quid de la cuestión. El problema es un asunto moral, y hablar de moral en
esta España actual, es tanto como poner un crucifijo delante de Drácula. Y
cuando hablamos de moral no nos estamos refiriendo a ningún tipo de moral
religiosa, sino a algo tan sencillo como sacrificarse por un ideal, siempre y
cuando, claro, que el ideal sea noble, sano y para bien de todos. Porque por un
ideal lucharon Lenin, Stalin, Pol Pot, Mao Tse Tung, Hitler, etc. y ya sabemos
lo que sucedió.
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