miércoles, 3 de julio de 2019

Sacrificarse por un ideal



Los medios de comunicación, o de confusión, más “ad hoc” con el progresismo, no cesan de ver, o mejor dicho, de mirar de soslayo, a la Yihad islámica.


Para ello llaman a los terroristas musulmanes “mártires”, mientras les escuece y se ponen en estado catatónico cuando la Iglesia Católica, canoniza o beatifica a los auténticos mártires asesinados en todo el mundo, especialmente en España.

Los asesinatos que cometen  aquellos “mártires” islamistas, son considerados como inmolaciones, que tienen su motivación y causa la fe en Dios.

Evidentemente entre un mártir cristiano y un “mártir” asesino islamista hay una enorme diferencia. Mientras el primero es asesinado por no renegar de su fe, el segundo asesina a otros, generalmente a personas que no tienen nada que ver con la religión, y por tanto inocentes, pereciendo voluntariamente y precisamente por su fe.

Pero hay algo más en toda esta confusión que se quiere crear: ese algo es la intención de mezclar todas las religiones con el único objeto de proscribirlas y tratar de denigrarlas como algo execrable

Estos “mártires” de Alá, nos traen el recuerdo de los “kamikazes” japoneses durante la II Guerra Mundial, pero obviamente la diferencia es también enorme entre unos y otros: los “kamikazes” eran personas que pertenecían al ejército y su actuación era contra objetivos militares. Los “mártires” de Alá no son nada de esto, si bien tienen de común el suicidio.

Como es sabido, el Corán promete el paraíso (ríos de vino y leche y hermosas huríes) a los musulmanes que mueran en una guerra luchando contra los infieles, guerra a la que llaman santa. A pesar de que el mencionado Corán nada dice del asesinato de inocentes, inmediatamente sacan la coartada de que las personas que apoyen o defiendan a un jefe o jefes enemigos, automáticamente son tildados de “infieles”, con lo que se difumina el concepto de asesinato.

En fin, el problema que tiene Occidente a la vista es grave, aunque los “analistas” políticamente correctos tratan de buscar explicaciones y razones, tales como las “luchas interculturales” que, para evitarlas, está la “alianza de civilizaciones” y otras lindezas.

Nosotros creemos que, como en la mayoría de los casos, la razón es muy simple: los islamistas entregan sus vidas por algo en lo que creen, sea verdad o no. Nosotros, los occidentales, con toda nuestra cultura, nuestros inventos, nuestro estado del bienestar, nuestras comodidades, etc., etc, hemos perdido esto de vista. Incluso “nuestros terroristas” occidentales tienen verdadero pánico a perder la vida: asesinan a otros, pero ellos quedan a salvo.

No le demos más vueltas: éste es el quid de la cuestión. El problema es un asunto moral, y hablar de moral en esta España actual, es tanto como poner un crucifijo delante de Drácula. Y cuando hablamos de moral no nos estamos refiriendo a ningún tipo de moral religiosa, sino a algo tan sencillo como sacrificarse por un ideal, siempre y cuando, claro, que el ideal sea noble, sano y para bien de todos. Porque por un ideal lucharon Lenin, Stalin, Pol Pot, Mao Tse Tung, Hitler, etc. y ya sabemos lo que sucedió.



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