Como
decíamos en nuestro artículo “A los
inmortales de la RAE. Barosmia y demofilia”, insertado en este blog con
fecha 15 de enero de 2015, vamos a comentar algo sobre las palabras logomaquia,
demofilia y demagogia, de las que hacen uso los políticos para encandilar al
“pueblo soberano”.
Estamos
viendo la “demofilia” que sienten determinados políticos cuando llega el
momento oportuno, bien porque haya unas votaciones próximas, o porque lo
requiera el momento. Lo cierto es que esta “demofilia” va acompañada de una
gran dosis de demagogia y también de logomaquia, con las que se adula, se
halaga, se mangonea, se seduce y se pastorea a dicho “pueblo soberano” con todo
tipo de argucias. Y, claro, después pasa lo que pasa: se derrumban o se
incumplen las promesas.
Y que no
nos engañen: subliminalmente, tanto la demagogia como la logomaquia, la emplean
todos los partidos, todos los grupos y todos los personajes que salen a la
palestra en el momento oportuno. Y sino que se lo pregunten a los de “Podemos”
(de podar), cuando su caudillo dijo en su día que había “que
garantizar la independencia de los periodistas”. So cínico: ¿es que
hay independencia y libertad de prensa en algún país comunista de tus amores?
Por otra parte, a estos politicastros de tres al cuarto les
gustan los “baños de multitudes”, multitudes que hoy gritan ¡So! Y mañana
¡Arre! Ustedes ya me entienden.
Es igual, oiga,
seguiremos con la logomaquia, la demofilia, la demagogia y lo que haga
falta.
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