Vamos a dedicar unas entregas a personajes de aquella
nefasta República Española. Casi todos ellos se caracterizaron por su
anticlericalismo, y por haber huido cobardemente a Argelia, Francia, México, la
URSS, etc. A pesar de su odio a la religión, algunos murieron católicos, como
por ejemplo Azaña, la Pasionaria o Companys, aunque este detalle es negado y
omitido por los de la internacional de la mentira, del odio y del terror.
Vamos a empezar por Manuel Azaña Díaz (alias “El Verrugas”,
o “El Monstruo”), nacido en Alcalá de Henares en 1880 y fallecido en 1940 en la localidad
francesa de Montauban.
Cumplidos los 23 años se afilió al Partido Reformista
de Melquíades Álvarez que, como recordarán fue asesinado, junto con otras
personas, en agosto de 1936, siendo presidente de la República precisamente
Manuel Azaña.
Le gustaba mucho escribir. Sobre este asunto Miguel de
Unamuno dijo en cierta ocasión: “Cuidado
con Azaña. Es un escritor sin lectores. Sería capaz de hacer la revolución para
que lo leyeran”.
Era un tanto pedante. Despreciaba a ciertos políticos,
como a Largo Caballero, del que se burlaba de su latiguillo “noverdá”.
Su anticlericalismo fue bestial. “Todos los conventos de Madrid no valen la vida de un republicano”, “España
ha dejado de ser católica” ¿Se acuerdan? Los motines, crímenes, asaltos,
etc, se hicieron dueños de la calle, aunque después diría aquello de “Paz, piedad y perdón” ¿Se acuerdan
también? ¿Se acuerdan asimismo de lo que llamaba “El incipiente dogma de la infalibilidad del sable”?
En el periódico de su partido, “Política”, se
difundían todo tipo de mentiras, tales como que los curas disparaban desde los
campanarios.
Con Marcelino Domingo fundó Izquierda Republicana.
Después de las elecciones de 1936, fue el jefe del Gobierno del Frente Popular.
En 1939 huyó a Francia, muriendo en citada la localidad de Montauban, confesándose
ante el obispo de esa localidad Pierre-Marie Théas.
Continuará.
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