Como ya saben, El Defensor del Pueblo es una
institución, u órgano, encargado de que se respete y se vele lo escrito en el
Título I de la Constitución de 1978, que dice:
“La
dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el
libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de
los demás son fundamente del orden político y de la paz social”.
Además de esto, tal institución puede revisar
las actividades de la Administración.
Es una verdadera pena que el mentado Defensor,
no haga prácticamente nada sobre lo expuesto.
Es también una verdadera pena que se tenga
que defender con uñas y dientes, como si estuviésemos en un país totalitario de
corte islámico o comunista, la libertad de expresión y demás tipos de libertad.
También es de pena que, por mor de una
“educación”, que tal parece que es un adoctrinamiento impartido por ya sabemos
quién, no podamos transmitir a nuestros hijos la educación que queramos.
Es asimismo una verdadera pena que se sigan,
de una manera ciega y fanática, las instrucciones y los pasos de líderes y
“pensadores”, cuyas ideologías están totalmente trasnochadas y obsoletas.
También es penoso y hasta dolorosísimo, tener
que aplaudir a alguien, cuando lo que apetece es gritar.
Y para terminar, es una gran pena que tal Defensor
del Pueblo pertenezca a un partido, ya que entonces lo que se defenderá serán
los intereses partidistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario