Sí, en difícil situación ha colocado a España
este nuevo timonel de la “Monkloa”, capitaneando una pandilla que no se sabe
muy bien cómo han llegado a donde está. Y lo han hecho en un breve lapso de
tiempo digno de estar en el Guinness.
Para empezar por algo, han tirado por la
borda, desde el punto de vista jurídico, ético y moral, instituciones tan
básicas y fundamentales como son el matrimonio y la familia, entre otras cosas.
Para esto están el talante, el consenso, el diálogo, sonrisitas por aquí y por
allá, oiga.
El cinismo de esta pandilla es incalificable:
¿de qué talante y de qué consenso hablará el capitán, cuando a las fuerzas
sociales que discrepan y no están de acuerdo con su política, ni siquiera se ha
dignado el atender y escuchar sus propuestas?
¿Y del diálogo? ¿No será más bien un
monólogo? Porque todos sabemos que se ha mostrado en contra de dialogar sobre
temas tan importantes como son educación, justicia, política exterior,
financiación de autonomías, etc.
En lo que sí es un líder este nuevo timonel, es
en la marrullería, ya que ha suscitado todo tipo de esperanzas, a la vez
que ha defraudado en promesas. Todo esto
lo hace sin escrúpulos y sin ninguna preocupación. El “cambio de opinión”
para algo vale.
Tampoco tiene visión de futuro en política,
no viéndose, por el momento, una salida del atolladero.
Puede pensarse que la oposición sería la
única que podría arreglar el asunto. Pero esto es muy difícil, ya que tendrían
que adelantarse las elecciones y ganarlas por mayoría absoluta.
Además, el PP tendría otra cosa aún más
difícil: en el caso de que ganase sin mayoría absoluta, ningún pequeño partido
se aliaría con él. Sin embargo, como ya es sabido, dicho timonel se alía con
todo el mundo, incluso lo haría con el diablo, parafraseando a Winston
Churchill.
Si a todo lo anterior añadimos que el partido
del gobierno tiene maniatado, apartado y marginado al PP en lo que a iniciativa
legislativa se refiere, además de echarle en cara que es un partido
intransigente y generador de enfrentamientos sociales, utilizando para estas
descalificaciones toda la batería mediática de la que dispone.
En fin, la situación está que
arde.
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