Así se
intitula el libro de Ricardo de la Cierva, Editorial Fénix, Biblioteca Memoria
Histórica, 2.009, 335 páginas.
Es un libro biográfico de Indalecio Prieto, en el que se nos narran varios aspectos de don “Inda”, siendo el más destacado, el religioso. Esto, obviamente, ha sido silenciado por los “historieteros”.
Indalecio
Prieto había nacido en Oviedo en 1863, y por razones familiares, se vio
obligado a trasladarse a Bilbao. Aquí hizo los estudios primarios, en los que
se incluía la educación religiosa. Posteriormente trabajó en El liberal de Bilbao, destacando pronto por su
periodismo incisivo.
Fracasó en sus
intentos empresariales, por lo que se dedicó enteramente al periodismo y a la
política, en la que sobresalió por su oratoria.
Prieto conoció
en 1.921 a Franco, cuando este era comandante. De éste diría el 1 de mayo de
1.936 en un mitin en Cuenca para las elecciones del Frente Popular: “Franco
es la fórmula suprema del valor: es hombre sereno en la lucha”. Con estas
palabras, Prieto pretendía convencer a Franco para que no participara en el
Alzamiento. Pero no le hizo caso, lo que contribuyó a mantener odio y
resentimiento contra el General hasta su muerte en 1.962.
En la
candidatura socialista de 1.918, Prieto fue elegido diputado al Congreso por
Bilbao, y llegó a ser propietario de El
Liberal. Fue ministro de Hacienda durante el primer gobierno de la II
República. En el siguiente gobierno, que presidía Manuel Azaña, fue ministro de
Obras Públicas, iniciando la política de embalses y trasvases, que luego
desarrollaría Franco.
Uno de sus
mayores errores, fue el de ser uno de los instigadores de la Revolución de
Octubre, arrepintiéndose en 1.942. Fue uno de los organizadores del Frente
Popular, junto con Azaña y el lendakari Aguirre. Le ofrecieron ingresar en la
Masonería, negándose rotundamente porque le parecía ridícula. Rechazó el
marxismo porque, a pesar de todo, era un socialdemócrata. Fue ministro de
Defensa con Largo Caballero, siendo echado del gobierno por los comunistas en
mayo de 1.936.
En el exilio,
creó un frente contra Negrín. Dicho exilio estaba financiado con los fondos
robados en el Banco de España. Intentó crear una oposición en la que estuviesen
todos unidos contra Franco, pero fracasó.
Mientras todo
esto ocurría, Prieto mantenía correspondencia con Ricardo Bastida, arquitecto
bilbaíno; con la madre de la Merced Pilar Reynoso y con otra monja. Estaba
impresionado por lo que le decían estas personas en sus cartas. Hasta tal punto
que años más tarde publicaría un artículo intitulado “El cerco de la fe”.
Prieto terminó
sus días convicto y converso a la fe católica, lo mismo que les sucedió a
muchos, entre ellos al marxista André Frossard, a La Pasionaria, a Companys, al
mismo Manuel Azaña, y varios más, aunque, claro, de esto los “historieteros” no
dicen ni mu.
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