jueves, 30 de marzo de 2023

“Juan Carlos I, el último Borbón. Las mentiras de la monarquía española”


 

Así se intitula el libro de D. Amadeo Martínez Inglés, coronel del Ejército Español, historiador, publicado por Styria de Ediciones y Publicaciones S.L., con primera edición en febrero de 2.008, 416 páginas, incluido el índice onomástico.

 La verdad es que no sabemos cómo empezar a comentar este libro. Nos ha producido un gran estupor e indignación. Como ya sabrán, el libro trata sobre la vida de Juan Carlos de Borbón. Nosotros vamos a transcribir lo que el autor dice en el libro.

 Para empezar, en la página 71, se abre con un capítulo intitulado “Borbón mata a Borbón”, y dice:

 “29 de marzo de 1.956: el cadete Borbón, 18 años de edad, con seis meses de instrucción militar y experto en toda clase de armas de fuego, mata de un disparo en la cabeza a su hermano Alfonso. ¿Accidente, homicidio por imprudencia o fratricidio premeditado?.- Un manto de silencio cubre el trágico suceso. Nadie investiga nada. Ningún juez pude pronunciarse.- El Conde de Barcelona al presunto homicida: ‘Júrame que no lo has  hecho a propósito’. Don Jaime, Jefe de la Casa de Borbón: ‘No puedo aceptar que sea rey de España quien no ha sabido aceptar sus responsabilidades’.- Cincuenta años después, del estudio pormenorizado de hechos se desprende que la muerte del infante Alfonso pudo ser intencionada”. Estos hechos ocurrían en la citada fecha, en Villa Giralda, Estoril (Portugal).

 En las páginas siguientes nos cuenta el autor con todo lujo de detalles, cómo fue el asunto, destacando, entre otras cosas muchas irregularidades, que nadie vio jamás el certificado de defunción, así como también la policía judicial no acudió al lugar de los hechos, lo mismo que ningún juez. En la página 92, se pregunta el autor: “¿Por qué no se hizo la autopsia del cadáver de Alfonso? ¿Por qué don Juan tiró la pistola al mar? ¿ Por qué tanto secreto y tanta oscuridad al cabo de tantos años?” También cabe preguntarse por qué no se ordenó el oportuno proceso judicial castrense contra Juan Carlos, ya que a la sazón era militar instruido en la Academia de Zaragoza.

 En la página 103 se habla de “su sonada relación pornosentimental con una conocida ‘vedette” española’, que nos costaría a los contribuyentes españoles muchos millones de pesetas”.

 En la 107 comenta el autor la rotura amorosa después de casi cuatro años de relaciones con la condesa Olghina de Robilant, a quien “su amante le había dejado claro desde el principio que su relación jamás podría terminar en boda”. Olghina “mantuvo siempre sus esperanzas matrimoniales y hasta se permitió el lujo, en determinados momentos de sacarle a colación sus antecedentes aristocráticos familiares . . .”

En la página 109 nos dice el autor que Juan Carlos y Sofía volvieron a coincidir en una fiesta en el castillo alemán de Althausen. “Se saludaron cortesmente y hasta incluso bailaron en alguna ocasión, pero el corazón de Juanito seguía ligado (si bien es cierto ya con altibajos y menos apasionamiento que en épocas pasadas) a los de Gabriela de Saboya y Olghina de Robilant. Todo al margen, por supuesto, de las consabidas aventuras erótico-sentimentales que, fiel al histórico mandato sexual borbónico, mantenía en aquellos apasionantes momentos de su vida (inicio de sus estudios universitarios en Madrid) con algunas bellas mujeres de su gentil entorno. Entre ellas, según algunos círculos bien informados del tout Madrid de la época, el que tenía con la famosa bailarina La Chunga, que arrasaba entonces por los escenarios de la capital y que parece ser bailó al ligón Juanito algo más que la danza del vientre”.

 

En la página 115 nos dice al autor “... el fogoso muchacho, bien servido de colonia cara y repeinado en exceso, abordaba casi a diario su Mercedes, su Audi, su BMW o su moto Yamaha para, acompañado de un escolta de suma confianza (el mamporrero real de servicio, según los desconsiderados informes reservados de los servicios secretos castrenses, que desde siempre han tenido un cierto regusto malsano en perseguir en sus correrías de faldas al, con el tiempo, cazador real de osos borrachos), acudir a la salvaje e irrefrenable llamada de la fémina de turno que esperaba abierta de piernas”.

 

En la página siguiente se lee como de forma grosera este sujeto le suelta a su esposa Sofía, que le había llamado por su diminutivo, “¡Ni Juanito, ni hostias!”.

 

En la 117 se nos dice como Juanito se larga “en secreto a ciertos países del Este de Europa y de África, donde se organizan mascaradas sangrientas de caza de animales teóricamente salvajes, para seguir saciando su desmedida afición por las armas de fuego. Ahí se dedica a abatir, entre otras especies a punto de extinguirse, osos domesticados y llenos de vodka hasta los ojos”.

Sobre esta afición a la “caza”, transcribimos un párrafo del capítulo X intitulado “La bella y el rey (B.R). Dicho párrafo, página 331 y siguientes, dice:

 

“En febrero de 2.004, en la reserva natural de Puszcza Borecka, en Masuria (Polonia), abatió un hermoso ejemplar de zubr, el bisonte europeo en período de máximo control ante el peligro de extinción que sufre, por el que pagó, según fuentes de la propia organización que preparó el sacrificio del animal, 7.000 euros. El zubr inmolado por el monarca español fue especialmente elegido por los organizadores días antes de su muerte, de acuerdo con la notable importancia del cazador. Después se le apartó de la manada y se le colocó en un recinto aparte para evitar que una bala perdida, en alguna otra mascarada similar, pudiera al 'Rambo' VIP que iba a acabar con él con un palmo de narices.

 

En octubre de 2.004, la agencia Abies Hunting le organizó un viaje privado para matar osos en los Cárpatos. El rey pasó un fin de semana en Cosvana, hospedado en el chalet del ex dictador comunista Ceausesceu, y le dio gusto al dedo abatiendo a tiros cinco osos y algunos otros animales. El escándalo estalló en la prensa rumana y, obviamente, rápidamente dio la vuelta al mundo a través de Internet.
Apenas unos meses después, en ene de 2.005, la prensa autríaca dio a conocer una nueva cacería del monarca español en la región de Graz, adonde había llegado expresamente desde Madrid en avión privado y, como siempre,  con una muy apreciable comitiva de guardaespaldas.

 

En octubre de 2.006, y a pesar de que poco tiempo antes diversos diputados del parlamento español habían planteado engorrosas preguntas al gobierno socialista sobre esas escapadas del rey, éste volvió a las andadas. Esta vez fue a Rusia, a abatir otro oso. El diario moscovita ‘Kommersan’t publicó una carta del técnico responsable de la caza  en la provincia rusa de Vólogogda, donde había tenido lugar la 'cacería', en la que explicaba con todo detalle cómo se desarrolló ésta. Consistió básicamente en colocar delante del rey a un 'bondadoso y alegre oso' del zoo local, llamado Mitrofán, transportado en una jaula y emborrachado previamente con vodka y miel, para que el monarca lo abatiese de un tiro. El técnico también señalaba en su misiva que con estas prácticas 'se transforma la caza en una payasada sangrienta'. Ni qué decir tiene que el titular periodístico consiguiente: 'El rey de España viaja a Rusia a matar un oso drogado', corrió como la pólvora por el mundo entero, limitándose la Casa Real española a poner en duda que el oso estuviera drogado”.

 

 

Cuando el 23 de julio de 1.969 juró “lealtad y fidelidad a los principios del Movimiento Nacional y Leyes Fundamentales del Reino”, en este mismo juramento dice:

 

“Nuestra concepción cristiana de la vida, la dignidad de la persona humana como portadora de valores eternos, son base y, a la vez, fines de la responsabilidad del gobernante en los distintos niveles del mando”.

Y termina: “En esta hora pido a Dios su ayuda, y no dudo que Él nos la concederá si, como estoy seguro, nuestra conducta y nuestro trabajo nos hacemos merecedores de ella”. (La negrita de la palabra conducta, es nuestra).

 

¿Cómo es que este hombre invoca a Dios y habla de su ayuda porque la merece por su conducta? ¿Es que pide ayuda a Dios para firmar la ley del aborto? Vale más no comentar.

 

En la página 135 comenta el autor  . . . “son incontables pifias políticas, sociales, personales, familiares . . . cometidas en su ya largo reinado por este último Borbón de  la nefasta saga del débil Carlos IV, el felón Fernando VII, la libertina Isabel II o el “romprebragas” Alfonso XIII . . .”

 

En la página 311, quizá figure el capítulo más importante de este libro. Se intitula “La bella y el rey (B.R.)”.

 

Así, en este capítulo se comenta cómo los diferentes presidentes de gobierno que ha habido en España desde 1.980, “fueron soltando millones de pesetas de los fondos reservados para seguir dando carrete a la pasión real; al presidente Aznar, que se plantó, y dijo aquello tan comentado en los mentideros capitalinos de 'Los fondos reservados no están para solucionar problemas de bragueta, por muy reales que sean', aunque al final tuviera que tragar y dejar en el asunto del finiquito exigido por la bella” (Página 317).

 

También en la misma página se dice “ . . . transferir con toda prodigalidad cuantiosos fondos a la saneada cuenta de la astuta B.R., que hemos tenido que pagar en última instancia todos los ciudadanos de este país con nuestros impuestos”.

 

También se habla en esta página de “cintas de audio grabadas con conversaciones telefónicas entre el rey Juan Carlos y su amiga”. Esto ocurría a mediados de los ochenta.

 

En la página 318, se dice cómo a partir de 1.985 “el sueldo como 'funcionaria especial' adscrita a la Presidencia de Gobierno de la señorita B.R. Subirá generosamente hasta los dos millones de pesetas mensuales. Era un incremento espectacular, pero perfectamente asumible por el pozo sin fondos de los dineros sin justificar que los gobiernos de turno de la democracia española han venido dedicando, desde 1.975, a fruslería tales como los GAL, los confidentes, la compra de dossiers, la corrupción de tránsfugas políticos, las querindongas de altos cargos, la compra de voluntades exteriores útiles al Estado . . . etc, etc”.

 

En la página siguiente, se nos cuenta cómo la joven hace un chantaje erótico y amenaza con sacar a la luz “los vídeos de sus íntimas entrevistas”. Ante esta amenaza, su domicilio es allanado con “dos objetos precisos y bien diferenciados: hacerse con las peligrosas cintas de vídeo en cuestión y dejar a propósito abundantes huellas de asalto como claro mensaje intimidatorio”.

En la página 320 leemos:

 

“El chantaje de B.R. Funcionará a la perfección hasta mayo de 1.996, aportándole un jugoso beneficio económico a la actriz a cargo ¡una vez más! De la Presidencia de Gobierno, que tendrá que distraer para tal 'asunto de Estado' una parte muy importante de sus fondos reservados. Pero con la llegada en esa fecha del Partido Popular al poder la situación cambiará drásticamente y el secreto a voces de los antiguos amoríos del rey Juan Carlos con la bella presentadora volverá de nuevo al candelero político y social. El presidente Aznar, enterado a fondo del tema, se niega en redondo a colaborar y ordena la paralización inmediata de los pagos”.

 

Pinchen en el siguiente enlace para ver unos comentarios sobre este libro.

 

http://www.youtube.com/watch?v=EDCDPwXtnjg






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog