sábado, 18 de marzo de 2023

“Miserias de guerra”


 

Así se intitula una obra de Pío Baroja, editada por Caro Raggio, Madrid, 2006, 351 páginas, obra que tendrían que leer los de la recuperación de la “memoria histórica” y “democrática”, amén  de los “historiteros” del régimen.

En la página 139 se puede leer que tanto unos como otros eran poco menos que indeseables, pero que los revolucionarios “iguales que los reaccionarios, pero más brutos”.

 Baroja, como no estaba de acuerdo ni con unos ni con otros, pues era un liberal muy independiente, se marchó a Francia en 1.936, huyendo de los carlistas que quería fusilarle. Sobre este hecho, hay que decir que el periódico socialista “Claridad”, se lamentó de que los carlistas no hubiesen conseguido su objetivo.

 Regresó a España, ya que prefería la dictadura de Franco a la dictadura comunista.

 Nos dejó frases contundentes y precisas. Así, decía que “en general, el escritor original siempre tiende al liberalismo; cuando no tiene personalidad es cuando adula a la masa, o al que manda”.

Se critica la patraña famosa de que los curas y señoras de sacristía distribuían caramelos envenenados para dárselos a los niños. Por semejante mentira fueron vilmente asesinados curas, frailes y monjas, a la vez que se quemaban iglesias. Todo esto provenía de la propaganda marxista que, como siempre, pretendía modernizar España y el mundo entero para conseguir el “porvenir radiante de la humanidad”, y conseguir también el “reinado del hombre sobre la tierra”

 Baroja arremete contra unos y contra otros. Dice: “Antes había más homogeneidad en los sistemas políticos. Ahora ya no la hay. Los fascistas tienen ideas comunes con los comunistas, los socialistas se hacen autoritarios”. Continúa: “Fascistas que se muestran soberbios y comunistas y socialistas disfrazados de gubernamentales para poder dar con mayor libertad y más impunidad una puñalada al Poder”.



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