domingo, 26 de marzo de 2023

Las mentiras y omisiones de los “historieteros”


 Como ya saben, la “recuperación de la memoria histórica” y la de la “memoria democrática” de su “Sanchidad”, prácticamente están en manos de “historieteros” que, con sus “talantes” y sus ideologías que ocultan y disimulan, están armando una muy gorda, como lo prueban las burradas y disparates que contestan los educandos.

El historiador es el que busca la verdad sobre lo acontecido, mirando lo ocurrido y mirando también a personajes y protagonistas, sin espejismos y sin simpatías, sin interpretaciones parciales, que más bien parecen mitos y leyendas, y también sin odios y sin rencores. Sobre esto ya comentaba Miguel de Unamuno hablando de los “hunos” y de los hotros”.

Sobre los protagonistas y personajes, dichos “historieteros” comentan lo que les viene en gana, omitiendo lo que también les viene en gana ¿Comentan algo sobre lo que dijo en su día el “filosovietista” Juan Negrín?: Las causas de nuestra derrota, yo sostuve y sostengo que se debieron más a nuestra inconmensurable incompetencia, a nuestra falta de moral, a las intrigas, celos y divisiones que corrompían la retaguardia, y por último a nuestra inmensa cobardía, que a la carencia de armas.”

 Sobre Azaña, también sucede lo mismo. Lo curioso de este personaje es que nunca se consideró como culpable de muchos de los desastres de aquella nefasta República. En junio de 1931 decía en Valencia que si en España había República era porque antes había habido una revolución, diciendo también que la República quedaría constituida y establecida de forma decisiva e irrebatible cuando la revolución hubiese establecido y determinado su labor.


Hay varios historiadores que sostienen que, tanto para Manuel Azaña, como para Largo Caballero, consideraban a aquella República como una “democracia revolucionaria”.

 Del venenoso anticlericalismo “azañista” estos “historieteros” poco o nada comentan. La República de este sujeto, según su opinión, era un sistema intransigente y drástico, del que quedarían marginadas y apartadas todas aquellas personas que no acatasen y no cumpliesen lo que dictaba su pensamiento que, entre otras cosas, era antirreligioso.



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