Y terminamos con la revolución de octubre de 1934 en
Asturias.
Como recordarán, en su día fue inaugurado un monumento
a Aida de la Fuente, “la joven rosa roja”. Esta joven, en octubre de 1934
estaba con una ametralladora disparando a sus contrarios, siendo abatida por
éstos. Como recordarán también, a la inauguración de dicho monumento vino su
hermana Pilar, que vivía en Rusia. En unas declaraciones dijo, como pueden ver
en la imagen que insertamos correspondiente al periódico “La Nueva España”,
página 4, de fecha 19 de abril de 1998, domingo, que figura enmarcado, lo
siguiente:
“La Revolución de Octubre del 34 iba a ser
general. Asturias se organizó pensando de ese modo. Pero Madrid nos traicionó,
y Barcelona nos traicionó. Asturias fue vendida y traicionada y quedó sola,
completamente sola”.
(Como pueden ver en la imagen enmarcada también, la
admiración que se tenía por la Unión Soviética era casi demencial. Dice esta
mujer que “El pueblo soviético, que tanto hizo por nosotros, hoy mendiga en
las calles” ¿Ya en 1998? En lo enmarcado se lee: “cuando las fuerzas de
la cuenca bajaban por San Lázaro en mi casa se sacaban banderas
comunistas a las ventanas”.
De lo que no dijo nada esta mujer, ni se dice ahora,
es sobre sobre la dinamita puesto por los revolucionarios en la Cámara Santa de
la Catedral y en la Universidad, que fue prácticamente arrasada.
Lo sucedido en aquella revolución asturiana ha sido
muy grave, pero, claro, oiga, en aquellos tiempos, como en los de ahora, la
prensa estaba y está, salvo honrosas excepciones, manejada por socialistas y
comunistas que tenían sus “enviados especiales” con el objeto de desvirtuar
todo lo acontecido, especialmente de los actos de crueldad de los
revolucionarios que se ensañaron cobardemente con sus víctimas.
En fin, los crímenes, los asesinatos, las violaciones,
los miles de heridos y la devastación de Oviedo, a estos sujetos, sujetas y
“sujetes” les importa un bledo, dos cominos y tres dídimos. Aunque a lo mejor
en la visita que hicieron su “Sanchidad” y Sor Yolanda al Papa, le comentaron
algo de esto, oiga.
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