Y seguimos con la influencia soviética
sobre la II República española que, como ya hemos dicho varias veces, se sigue
omitiendo por los “historieteros” de ahora.
Decíamos
en la anterior entrega, que en ésta veríamos lo que la Internacional Comunista
quería y deseaba para España, ante el horror y la condena del marxista Julián
Besteiro.
En el libro “La paz española”, autor José Díaz Villegas, Editorial
Nacional, Madrid 1964, 168 páginas, se lee en las página 45 y 46:
“Besteiro mismo se alarmaba de esta terrible situación. ‘¿Nos hemos vuelto
locos? ¿Nos hemos hecho todos bolcheviques? – decía – Lo que en Rusia fue
posible, no lo sería en España, porque los problemas no son los mismos’. La
advertencia era clara. Pero el Kremlin mandaba. Sus ambiciones eran tan grandes
como hemos indicado. Nada le detenía en el camino. Bela Kun mismo, el verdugo
de Hungría, declaraba a un redactor de Le Petit Parisien: ‘El
comunismo se desarrolla e implante en España con absoluta naturalidad y de
manera irresistible. En el libro El Partido Comunista, su doctrina;
objeciones y respuestas, editado por la Internacional Comunista,
publicación del Komintern, refiriéndose a España, se decía así: ‘El Gobierno
del Frente Popular es: primero, un Gobierno que se apoya sobre la actividad de
las masas fuera del Parlamento, en particular sobre las organizaciones de la
clase obrera y los Comités del Frente Popular elegidos democráticamente por las
masas organizadas y las aún por las no organizadas, cuya red cubrirá todo el
país, y segundo, un Gobierno que dará a la clase obrera y al Partido Comunista
todas las posibilidades de acción y de agitación. Tal gobierno será el prefacio
a la conquista del Poder por la clase obrera para imponer la dictadura’.
El historiador extranjero Arthur F. Loveday - ¿Hacia dónde va España? –
tras describir el caos que era en realidad nuestro país en junio de 1936, decía
así: ‘Los viajeros eran constantemente detenidos en los caminos y robados por
hombres de camisas rojas y fusiles; en todas las grandes ciudades habían
sido quemadas las iglesias y otros edificios; las huelgas eran constantes; por
todas partes se destacaba la bandera roja, la hoz y el martillo; retratos de
Lenin, Stalin, Dimitrof. Los puestos de libros de Madrid, Barcelona, Valencia y
Bilbao y de otras varias ciudades visitadas eran testimonios irrefutables de
los esfuerzos y de las influencias de la Komitern y de los Soviets; estaban
llenos de literatura comunista de toda clase . . . Pero tal vez más
significativo e importante era encontrar a las Milicias Rojas ejercitándose en
muchas partes de España, en preparación para el próximo levantamiento
comunista. Se llama rojas a estas milicias pues manifestaban seguir a Rusia y
usaban camisas rojas.
Por otra parte, los oficiales del ejército eran por todas partes objeto de
hostilidad y de insultos por parte de las turbas, que siempre parecían contar
con el apoyo del Gobierno cuando ocurría cualquier incidente’ ”.
En el próximo capítulo veremos más sobre la sumisión del PCE a la URSS, así
como los crímenes cometidos por orden de Stalin contra personas que eran
incluso marxistas. Esto que decimos está documentado en el libro “Carta
a Stalin”, de Fernando Arrabal, Editorial La Esfera de los Libros, Madrid
2003, 202 páginas. Esta obra la tenemos comentada en este blog con fechas 29 y
30 de noviembre de 2019, y 2 y 6 de diciembre de ese mismo año.
Continuará.
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