Como decíamos en la entrega de ayer, y como ya sabrán,
la comunista Manuela Carmena y su correligionaria Ada Colau, presentaron en
abril de 2018 una “exposición” con el nombre “No pasarán. Madrid 1936. 16
días” diciendo, entre otras mentiras, que el bando republicano “luchaba por
la democracia, pero desde la legalidad”.
Los correligionarios de Carmena y Colau, que no eran
republicanos, sino rojo-republicanos, asesinaron miles y miles de personas, ya
fuesen religiosos y religiosas, patronos, militares o simplemente por ser de
derechas.
Manuel Azaña nos cuenta en la página 96 de su obra “Causas de la guerra de España”,
Editorial Crítica S.L., 2.002, 163 páginas incluido Índice, obra a la que
recurrimos varias veces en este blog, lo siguiente:
“En el territorio dependiente del
gobierno de la República, caían frailes, curas, patronos, militares sospechosos
de fascismo, políticos de significación derechista. Que todo esto ocurriera, en
su territorio, contra la voluntad del gobierno de la República y a favor del
colapso en que habían caído todos los resortes del mando, es importante para
los gobiernos mismos y para su representación política. Pero si las atrocidades
cometidas en uno y otro bando se consideran, no desde el punto de vista de la
autoridad del Estado y de la justicia legal, ni del de la responsabilidad de
quienes hayan gobernado en cada zona, sino como un fenómeno patológico en la
sociedad española, el valor demostrativo de unos y otros viene a ser lo mismo;
su carácter, mucho más entristecedor. La guerra es todavía una fase de la política.
Juzgamos la licitud o la ilicitud de una guerra según los designios políticos
que persigue. Las atrocidades del resentimiento homicida no pueden juzgarse con
ese criterio. No es menester apelar a él para reprobarlas, ni es permitido
invocarlo para absolverlas. Tal primitivismo de sentimientos, un desastre tan
irracional de los instintos, suprimen la política, la expulsan. Ya sabemos que
existe el recurso de organizar la ferocidad y utilizarla como arma defensiva
del estado. Sistema del terrorismo, con el que la violencia inmoral parece
reincorporarse a una razón política. Mas, si las atrocidades resultantes del
desorden inficionan mortalmente la causa que pretenden servir, el terrorismo
organizado no asegura nada, ni siquiera su propia duración”.
Manuela Carmena y Ada Colau, ¿habrán presentado en su
“exposición” este comentario de Manuel Azaña?
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