viernes, 17 de noviembre de 2023

El opio ( y I I )


 

Como decíamos en el artículo anterior, había un pedante marxista infumable que nos criticaba por nuestros escritos. Después de haber leído varios artículos de este individuo, llegamos a las siguientes conclusiones:

I).- Era un paupérrimo articulista aficionado.

  I I).- Tenía una mente cuadriculada y dogmática, viendo las cosas en blanco y negro.

 I I I).- Era prepotente, pedante, petulante y engreído, enfocando bajo los mismos esquemas y criterios, cualquier asunto.

 I V).-  Cuando escribía sobre personajes y hechos, lo hacía con gran incoherencia e inconsecuencia, ya que empleaba códigos distintos, no admitiendo briznas, y sin embargo, tragando camellos.

 V).- Era incapaz de analizar imparcial y objetivamente, ya que estaba bajo la presión y opresión de unas ideas tendencialmente dictatoriales que no admiten ni libertades ni discrepancias, y sí bozales y grilletes. Y, a pesar de todo esto, se maquillaba de demócrata y republicano.

 V I).-  El sentido común, punto de partida elemental de cualquier razonamiento, lo tenía infectado por una teoría tosca y decimonónica.

 V I I).- Tenía la presunta certeza en todo lo que escribía, propia del filosofillo vano, neófito y atrevido.

 V I I I).- Como defensor de un credo desmoronado, extinto e impopular, destilaba un veneno amargo y una ortodoxia intransigente.

 I X).- Sus comentarios eran siempre sesgados.

 X).- Era propenso a afrontar cuestiones candentes sin descubrir el panorama en el que se inserta el punto polémico.

 X I).-  No aceptaba la opinión ni la discrepancia de verdaderas autoridades sobre ciertos temas.

 X I I).- Su estilo de crítica era facilón, populista e inmaduro.

 X I I I).- Quería transmitir la impresión de que se preocupaba por diversos temas, pero cometía el error de atraerlos a su manera de pensar.

 X I V)).- Tenía meteduras de pata, de las cuales no se retractaba, a pesar de que se lo hayan advertido públicamente.

 X V).- Odiaba mucho, aunque decía lo contrario.

 X V I).- Sus opiniones eran simples y primarias.

 X V I I).- Divulgaba ideas basadas en falsedades, tergiversaciones o medias verdades.

 X V I I I).- Tenía aterradora facilidad para admitir lo que “se dice” y darlo por bueno.

 X I X).- Cuando un asunto no le convencía, vertía una capa de mentiras, distorsiones o medias verdades.

 X X).- El virus ideológico del que estaba infectado, le producía tal pasión, que le quitaba el conocimiento.

  X X I).- Como fanático, tendía a desplazar la realidad por sus ideas, y juzgaba a todo el mundo por lo que pensaba.

 X X I I).- En vez de usar la palabra para aclarar lo oscuro y desenturbiar lo confuso, la empleaba para enredar más las cosas, debido a sus prejuicios ideológicos.

 A este individuo venían muy bien las palabras de William Drummond  “el que no quiere razonar es un fanático; el que no sabe razonar es un necio; el que no se atreve a razonar es un esclavo”.

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog