jueves, 30 de noviembre de 2023

Juan Pablo II, Tamames y la huelga


 

Desde hace varios años, los españoles estamos siendo atracados y engañados por sindicatos, gobernantes sin escrúpulos y por algún que otro “colectivo” que pulula dentro de los “muros de la Patria mía”.

No cabe duda de que la huelga es un derecho, siempre y cuando se persigan fines laborales y no políticos. En la Encíclica Laborem exercens, de fecha 14 de setiembre de 1.981, el papa Juan Pablo II decía:

"Actuando en favor de los justos derechos de sus miembros, los sindicatos se sirven también del método de la «huelga», es decir, del bloqueo del trabajo, como de una especie de ultimátum dirigido a los órganos competentes y sobre todo a los empresarios. Este es un método reconocido por la doctrina social católica como legítimo en las debidas condiciones y en los justos límites. En relación con esto los trabajadores deberían tener asegurado el derecho a la huelga, sin sufrir sanciones penales personales por participar en ella. Admitiendo que es un medio legítimo, se debe subrayar al mismo tiempo que la huelga sigue siendo, en cierto sentido, un medio extremo. No se puede abusar de él; no se puede abusar de él especialmente en función de los «juegos políticos». Por lo demás, no se puede jamás olvidar que cuando se trata de servicios esenciales para la convivencia civil, éstos han de asegurarse en todo caso mediante medidas legales apropiadas, si es necesario. El abuso de la huelga puede conducir a la paralización de toda la vida socio-económica, y esto es contrario a las exigencias del bien común de la sociedad, que corresponde también a la naturaleza bien entendida del trabajo mismo."

Los sindicatos, tal como están actuando, no se dan cuenta de que con su forma de hacer las huelgas, los verdaderos perjudicados son los trabajadores, y no los responsables que nos han llevado a esta situación desastrosa. Por ahí siguen campando por sus respetos y ocupando altos cargos como miembros de “Consejos” y demás.

Si en vez de convocar las citadas huelgas se apuntase a los verdaderos culpables, otro gallo nos cantaría. Ramón Tamames, catedrático de Estructura Económica, decía en el diario La Razón:

“Y, por último, «la joya de la corona sindical»: el método de la huelga general, que se plantea con manifestaciones de sindicalistas, liberados, etc. Con mucha banderola al viento y ninguna bandera de España, porque se ignora que es una de las más viejas del mundo, desde que la instauró Carlos III en 1785. Un método que preconiza cambiar la política económica sin darse por enterados, los lideres de vocación perpetua del sindicalismo actual, de que estamos en el club del euro; y de que si no se observan sus reglas y parámetros estaríamos abocados a salir de la eurozona en lo que sería la mayor catástrofe de nuestra historia económica. Pues claro que lo saben, pero en vez de contribuir al ajuste y hacerlo más inteligente, lo único que plantean es rechazarlo, en busca de una política de vuelta a lo anterior, que originó en gran medida la desastrosa situación de noviembre de 2011.

En resumen, tenemos unos sindicatos obsoletos, más bien de casta que de clase, por su permanente obstrucción a modernizar el país. Todo eso no puede continuar, y por ello es necesaria también una reforma sindical a fondo, para que los trabajadores tengan un horizonte de progreso en vez de mediatización y declive económico a largo plazo en el mundo globalizado en que vivimos”.
 

Señores sindicalistas: hagan caso a Juan Pablo II y a Tamames. Claro que no lo harán porque carecen de caletre. Y no lo harán también porque si así lo hicieran, a lo mejor se les acababa el chollo, el momio, la canonjía, la sinecura o como quieran ustedes llamarlo.



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