jueves, 16 de noviembre de 2023

El opio ( I )


 

Como ya saben, el judío Marx dijo aquello de que “la religión es el opio del pueblo”, cuando el marxismo-leninismo sí que es el opio de ciertos intelectualillos de medio pelo, pedantes infumables. En una ocasión, determinado pedante marxista nos dijo que nuestros escritos eran “ideológicos”. Le vamos a contestar.

iDebido a la gran devoción que tenemos por la lógica, el sentido común, la evidencia y la información contrastada, al contrario que muchos  inquisidores vanidosos,  que se ensalzan a sí mismos como serios, científicos, racionales y que ven las cosas con pensamiento dual y maniqueo, lo que conduce inevitablemente a supersticiones (todos los males proceden del capitalismo y del mercado) y a cerrilismo, no tenemos la mente privatizada, estabulada, hipnotizada y apolillada por ninguna doctrina política, y muchos menos por la marxista, que lleva a las personas a una “estatolatría” poco menos que demencial y que no se ha enterado que la Humanidad ha pasado del comunismo al neoliberalismo; del asalto al Palacio de Invierno, a la caída del muro de Berlín; de la diligencia al automóvil eléctrico y al avión; de la locomotora de vapor al tren de alta velocidad; de la espingarda y el falconete al misil teledirigido; del barco también de vapor al de propulsión nuclear; del arado al tractor, a la segadora, a la empacadora y a la cosechadora; de la fabricación manual a la fabricación en serie; de la linotipia al procesador de textos; del libro al CD-Rom; de las demoras en las conferencias al teléfono móvil; de la lucha de clases al Estado del bienestar; del barro al plástico; de la tabla de madera a la lavadora; del estropajo y la arena al lavavajillas; de la fresquera al frigorífico; de las cajas de madera de sardinas “salonas” al pescado congelado; del analfabetismo al lenguaje de programación;  de la galena al chip; de las hierbas medicinales a los antibióticos y que para mejorar la productividad de un país no hay que estatalizar los medios de producción, sino invertir en nuevas tecnologías, ya sean privadas o no.

 Aprovecharemos para decir que, debido a que al marxismo se le dio un carácter épico (la lucha internacional contra las fuerzas enemigas del “inevitable avance de la Humanidad”; “el asalto a los cielos”, que diría Marx utilizando la mitología griega), de ese carácter brotaría un empuje de agresión en todos los campos, además de una gran capacidad para mentir, desfigurar la realidad, calumniar, engañar, etc , todo ello mezclado con ansias de poder y de rencor social, siempre justificado en beneficio del fin grandioso.

 Para Marx, resolver el problema del poder económico era sinónimo de enderezar todos los entuertos del poder. La realidad se vengó de su miopía. La destartalada URSS y la miseria que hay en los países comunistas lo demuestran. Y los cien millones de víctimas también lo demuestran.

  Por otra parte, procuramos evitar las recetas mágicas y salvadoras de los “pensadores-químicos”, que todo lo resuelven con análisis, frases y construcciones muy bonitas y polisémicas llenas de demagogia y logomaquia. También procuramos evitar los simplismos y los maniqueísmos en los que suelen caer los formadores de la opinión pública (maestros, periodistas, intelectuales, políticos, etc). Intentamos buscar la verdad de los hechos y de las cosas, sin hacer mucho caso a los tenores del pensamiento políticamente correcto, que suelen tener obstruida la visión de la realidad por su fe en el marxismo, que intenta explicar de una forma aparentemente racional, mediante una serie de dogmas económicos, sociales e históricos, toda actividad y todo acontecer humanos. Los predicadores de  tópicos, de frases hechas, de pensamientos de calendario; los “intelectuales” serios, científicos y coherentes; los “patrocinadores” del apriorismo dominante, administrado por los jefes de la censura, han convertido las tesis marxistas en una ideología, ignorando lo que decía el  propio Marx: “Lo que mueve y dirige a la Historia es siempre y únicamente el interés material; las ideologías tienen siempre y únicamente la modesta función de floraciones y de máscaras”. (Libro “Máscaras: el comunismo entre bastidores”, autor Juan Carrascal, Editorial Sal Terrae, 1954, página 6).

 Las ideologías, en general, son subproductos mentales que frenan el conocimiento libre ya que, como decía el filósofo polaco Kolakoski:  “una tercera característica es la de la existencia de una casta  que posee la exclusiva de exponer el contenido exacto de la ideología". Además, las ideologías crean fanáticos, que son seres manipulados, pastoreados y carentes de pensamiento y razonamiento. Sólo se mueven y actúan por férrea disciplina y por consignas. Pensamos que las ideologías pueden esconder una causa, o las causas una ideología. Detrás de la causa, o de la ideología, suele haber un “Padre”, un “Gran Timonel”, un “Conducator”, un “Líder Máximo”, “un Genio Radiante que ilumina el sendero de la Humanidad”, es decir, un dictador que encarna a la causa, que manipula y se eleva por encima de los manipulados. Lo único que preocupa a estos  líderes  es mantenerse en el poder contra viento y marea, como lo prueban los casos de Stalin, Mao, Ceauchescu, Gadafi, Saddan Hussein y el gran sátrapa Fidel Castro, amén de los Chávez, Maduro, y nuestro “adorable” Pedro Sánchez, y un largo etc. Es decir, que si no se pone freno a los gobiernos regidos por una ideología, sus gobernantes acaban implantando una dictadura o se convierten en tiranos, cumpliéndose aquello de que quien fabrica ídolos obtiene yugos.

 Para terminar, permítasenos decir que no somos partidarios de polémicas, por dos razones. La primera es que estos pedantes marxistas tienen una gran ventaja sobre nosotros. Nos explicamos: como estamos de momento en un país democrático y libre, escribimos tanto en la prensa impresa como en la digital, no siendo represaliados, tampoco de momento,  por expresar nuestras opiniones y discrepancias. Sin embargo, si estuviésemos en un país marxista de sus amores, en el que no habría discusión libre ni confrontación a través de una pluralidad de medios de información y opinión, dichos pedantes podrían expresar lo que les viniese en gana,  y nosotros no. Estas líneas que estamos escribiendo, y otras que hemos escrito, no saldrían a la luz. Probablemente escribiríamos nuestras “Memorias” en las que contaríamos nuestra suerte de penal en penal, en el supuesto de que no nos hubiesen eliminado. O también podría ocurrir que nos escapásemos a un país libre y allí contásemos las citadas “Memorias” para denunciar los errores, terrores y horrores del marxismo, como lo hicieron los Húber Matos,  Jorge Masetti,  Ileana de la Guardia,  S. Melgunov, D. Volkogónov,  Zhigniew Bjzezinski,  M. Voslensky, César Leante, Carlos Franqui, Norberto Fuentes,  Yuri Kariakin, Vasili Mitrokhin, Kravchenko, Nina Berberova, Karel Bartosek , Pavel Sudoplatov (este cuenta las atrocidades, pero sin arrepentirse), Boris Souvarine,  Moa, Silvino Lantero Vallina, Carlos Semprún Maura, Francisco Félix Montiel, Enrique María Matorras, Enrique Castro Delgado, André Frossard, François Furet, Jean François Revel, André Gide, Douglas Hyde, Bertrand Russell, Orlando Figes, etc, etc, todos ellos desencantados del marxismo. Algunos pidieron perdón por haber colaborado con el comunismo y, otros, se sienten avergonzados por haber sido “apparatchik”, es decir, asalariados del PCE y “soldado de Stalin en Madrid”, deseando “con particular satisfacción ver hundirse aún más a los comunistas”. Otros se autoincluyen en el conjunto de los “ilusos-ilusionados que construyeron el espejismo del comunismo”.  Otros, remordiéndoles la conciencia, exclamaron: “Tengo que decir la verdad”.

 Y la segunda razón es que nunca hemos tenido gran simpatía por la polémica. El que se dedica a polemizar, por lo general no tiene gran cosa que decir, y prefiere discutir a pensar. Además, las polémicas rara vez contribuyen a aclarar las cosas y, mucho menos, a llegar a un acuerdo. Los que polemizan se suelen encasillar, encasquillar y echar el telón ideológico. También suelen aferrarse a consignas en vez de a ideas, anclándose en sus dogmas y obsesiones, lo que les hace mantener la mente cerrada al otro punto de vista.

 Continuará.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog