Como decíamos
en nuestros artículos anteriores, esta mujer fue elevada a la categoría de mito
por sus hagiógrafos y por la propaganda comunista. La calificaban de
intelectual, de valiente, de espíritu crítico, etc. La verdad es muy distinta.
De intelectual y de espíritu crítico no tenía absolutamente nada, porque su fanatismo y obediencia se lo impedían. Como es sabido, La Pasionaria comenzó a frecuentar la Casa del Pueblo de Bilbao porque su marido, Julián Ruíz, la había metido en el PSOE. Posteriormente, al comienzo de los años veinte, se iría con él al PCE sin ninguna convicción. Por la citada Casa del Pueblo habían pasado, entre otros, Miguel de Unamuno. Éste, que había ingresado en la Agrupación Socialista de Bilbao, era militante del PSOE. En una carta a su amigo Mújica, escrita en mayo de 1895, decía con verdadero espíritu crítico las siguientes palabras, producto de su intelectualidad:
“Soy
socialista convencido pero los que aquí figuran como tales son intratables:
fanáticos necios de Marx, ignorantes, ordenancistas, intolerables, llenos de
prejuicios, ciegos a las virtudes y servicios de la clase media, desconocedores
del proceso evolutivo. En fin, empiezan a llamarme místico, idealista y qué se
yo cuántas cosas más. Me incomodé cuando les oí la enorme barbaridad de que
para ser socialista hay que abrazar el materialismo. Tienen el alma seca, muy
seca; es el suyo el socialismo de exclusión, de envidia y de guerra, y no de
inclusión, de amor y de paz. ¡Pobre ideal!. ¡En qué manos anda el pandero!”. ( I )
Ni qué decir
tiene que don Miguel se marchó asqueado, al igual que le pasó a Ortega y Gasset
cuando se asomó a la Casa del Pueblo de Madrid.
En la
Revolución de Octubre de 1.934, es cuando verdaderamente se la eleva a la
categoría de mito por los “historiadores” de ahora, que han fabricado leyendas
de todo tipo como activista no sólo en este año, sino durante los primeros años
de la República. Todo mentira. Como es sobradamente conocido, la citada
Revolución fue preparada y realizada por los socialistas, de los que La
Pasionaria llevaba separada más de diez años. Los comunistas de aquel año no
hicieron prácticamente nada en aquel Octubre de 1.934. En este año, ella ya
estaba en Madrid, y había hecho un viaje al paraíso comunista de su amo José
Stalin y, como casi siempre, no se enteró de nada: ni de las purgas, ni de los
gulags, ni de las deportaciones en masa, ni de cómo vivía realmente el pueblo
soviético. Pero eso sí, vino “convencida” del sistema.
La Revolución
del 34 en Asturias, generó un verdadero reguero de sangre: casi 2.000 muertos.
Ni el PSOE ni La Pasionaria hicieron prácticamente nada, a no ser la invención
de una falsa heroína, Aída Lafuente, que fue elevada a tal categoría sin
fundamente alguno. Los únicos comunistas que intentaron hacer algo en Asturias,
fueron precisamente los disidentes de Stalin. Sus actos fueron condenados al
más absoluto silencio y borrados de la historia.
Mientras
tanto, en Madrid, Santiago Carrillo Solares, que a la sazón era dirigente de
las Juventudes Socialistas, y que aún no había traicionado al PSOE para cambiar
la chaqueta al PCE, se le ocurrió disfrazarse de guardia civil y, con una
docena de compañeros (no había ninguna compañera), presentarse en el Congreso
para secuestrar a los diputados y al presidente de la República. Lo único que
hicieron fue robar los uniformes. No se atrevieron a más. La cobardía de este
sujeto aparecerá muchas veces a lo largo de la historia de aquellos años.
El descrédito
del PSOE llegó a su culmen cuando el máximo líder socialista de la Revolución
asturiana del 34, Ramón González Peña (actualmente varias calles llevan su
nombre) asaltó, como un auténtico ladrón, el Banco de España en Oviedo,
llevándose un montón de millones de pesetas. Tal descrédito lo aprovechó el PCE
para inventar una participación en la Revolución que no había tenido. Entonces,
de forma demagógica y cínica, izó las banderas que el PSOE había arriado. En
este movimiento táctico de aprovechamiento de las circunstancias, sí que intervino
La Pasionaria.
Y es entonces
cuando se presenta en Asturias, en donde prácticamente no había comunistas
presos. Exigió la amnistía para todos los presos, convirtiendo dicha amnistía
como la mayor y más importante reivindicación del Frente Popular. Se presentó
como diputada por Asturias, a pesar de no tener raíces política ni familiares
aquí, siendo elegida en febrero de 1.936.
( I ).- “Cartas inéditas de Miguel de
Unamuno”, prólogo y recopilación de S.F. Larraín, Editorial Rodas S.A, 2ª
Edición, 1972, página 207.
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