Así se intitula el libro de Max Gallo, Alianza Editorial, S.A., Madrid 2.009, 461 páginas.
En la contraportada
del libro se lee:
“«No
nos traicionéis, a nosotros que estamos muertos. » Corre el invierno de 1917.
Julia Garelli, una joven y vital aristócrata italiana, quiere cambiar el mundo
cuando conoce a Heinz Knepper, un revolucionario alemán próximo a Lenin. Juntos
sueñan con hacer la revolución, pero el ascenso al poder de Hitler les obliga a
exiliarse en la Unión Soviética. El refugio se va a convertir en una pesadilla.
Mientras Heinz cae víctima de las purgas de Stalin, Julia termina en un campo
de concentración en Siberia, temiendo por su vida. Al firmarse el pacto
germano-soviético, en 1939, entre Hitler y Stalin (el pacto de los asesinos), Julia es entregada a la Gestapo e
internada en otro campo de concentración, esta vez de los nazis. El pacto de los asesinos es una novela
apasionante sobre las ruinas y tragedias ideológicas del siglo xx. Max Gallo se
ha inspirado en la vida de Margaret Buber-Neumann, la dirigente comunista
alemana que, perseguida y recluida en Siberia por Stalin, entregada a Hitler e
internada en Ravensbrück tras el pacto germano-soviético, se convirtió después
de la Segunda Guerra Mundial en una de las principales voces en contra del
totalitarismo nazi y comunista, después de descubrir –y padecerlo en su propia
carne– que debajo de las utopías y las esperanzas de cambio juveniles se
hallaban agazapados el terror y la barbarie”.
En la página104, nos narra el autor lo que
vio Vasili Bauman, un periodista comunista que posteriormente sería
represaliado por Stalin, en la Alemania de Hitler:
“Al
entrar en los pueblos devastados, descubría, junto con las unidades de
vanguardia, los racimos de ahorcados, los cuerpos encogidos de los campesinos
quemados con lanzallamas, las fosas comunes donde se amontonaban los judíos
muertos de un tiro en la nuca, y que ni siquiera había dado tiempo de cubrir
con tierra.
Luego,
de regreso a Moscú, condecorado, periodista de éxito, autor de varios relatos
de guerra, volvió a sentir el puño de Stalin atenazándole el cuello. Y hasta
1956 - tres años después de la muerte de
Stalin - , vivió esperando que lo detuvieran y deportaran. Tenía preparada
junto a la puerta de su apartamento una bolsa con ropa de invierno y una
Biblia, ese libro que suponía en sí una condena”.
En la página siguiente habla de varios altos
cargos del Partido Comunista soviético, especialmente de Thaddeus Rosenwald “ese hombre de los bajos fondos y de los
laberintos del poder, ese cortesano de Lenin y de Trotski, probablemente un
chivato de Stalin”. Más abajo, y refiriéndose a este mismo personaje, se
lee:
“Ese
fanfarrón, ese megalómano que aseguraba haber negociado con el alto estado
mayor alemán el regreso de Lenin a Rusia y haberle sacado a Berlín el oro que
la revolución necesitaba”.
Recomendamos leer este libro, y como siempre
decimos, se lo recomendamos a los de la internacional de la mentira, del odio y
del terror.
Continuará.
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