Como decíamos en la anterior
entrega, en ésta veremos algo sobre los
“esfuerzos” del régimen para hacer la tarea de la colectivización campesina,
esfuerzos que contaron con miles y miles de soldados.
Antes de seguir con el tema,
vamos a “recuperar la memoria democrática” un poco.
Como ya sabrán, la “Asociación de
Amigos de la URSS” fue creada en 1933, cuyos fines, entre otros, eran los de
propagar como verdades las noticias que aparecían en el diario soviético
“Pravda”. La devoción y admiración por la URSS así lo exigían.
Posteriormente, en octubre de
1937, y con motivo del vigésimo aniversario de la revolución soviética, dicha
asociación colocó en la Puerta de Alcalá madrileña un gran escudo de la URSS,
con los retratos de Stalin, Litminov y Vorochilov, (el primero por la derecha),
como pueden ver en la foto. Este personaje, junto con Dzerzhinski, fundó la
temible “Cheka”, además de ser uno de los responsables, junto con Stalin, de
las terribles purgas soviéticas.
Dicho lo anterior, y volviendo al
tema que nos ocupa, Vorochilov manifestó en su día que para la colectivización
campesina se destinaron 25.000 soldados en 1929, independientemente de los que
se enviaban a las cooperativas de los campesinos y a los soviets de las aldeas.
Si el sistema era tan perfecto y benefactor de la sociedad, la verdad es que no
se entiende muy bien qué demonios pintaban los soldados. Al año siguiente,
1930, el número de soldados para dicha colectivización ascendió a ¡100.000! Sin
comentarios.
Esta política comunista sobre la
colectivización, durante el plan quinquenal 1927-1932, no tuvo más remedio que
claudicar, pues el campesinado no estaba de acuerdo con esta política, y podría
perjudicar gravemente la industrialización. Dicho campesinado se lanzó a
expropiar los bienes del Estado y las explotaciones colectivas, tanto
industriales como agrícolas, en provecho de los individuos.
Ni qué decir tiene que el
monopolio en poder del sistema, llevó a los campesinos a usar la violencia,
llegando a repartirse entre ellos las grandes propiedades del Estado.
Por otra parte, y como ya sabrán
también, los planes quinquenales eran producto de una megalomanía fantástica, y
de una exaltación revolucionaria. Sus efectos negativos quedaron plasmados en
que no había exportaciones de cereales, y en el racionamiento alimenticio del
pueblo.
Como era lógico, el cruel y
sanguinario Stalin salió a la palestra para justificar las privaciones de los
campesinos, privaciones que imponía el plan quinquenal. Así, decía en 1929:
“Vamos a toda velocidad dejando muy lejos el atraso ruso
de varios siglos. Hemos llegado a ser un país de automovilización, un país de
tractorización. Cuando hayamos instalado la unión soviética sobre un automóvil
y el mujik sobre un tractor, que los capitalistas orgullosos de su civilización
intenten reconquistarnos”. ( I )
Al año siguiente, concretamente
en junio de 1930, decía el mentado sanguinario:
“Sólo la rapidez de este desarrollo de la industria, nos
dará la posibilidad de alcanzar y
sobrepasar, desde el punto de vista técnico, a los países capitalistas
adelantados. Los que hablan de la necesidad de disminuir el ritmo acelerado de
este movimiento, son agentes del enemigo y adversarios del socialismo” ( I )
En fin, sin comentarios.
En la próxima entrega veremos
someramente lo que la “nomenklatura” del régimen consideraba como “crímenes
contra la revolución”.
Nota.- La palabra “mujik” quiere
decir campesino ruso.
( I ).- “El imperio
soviético”, autor Dionisio R.
Napal, Editorial Stella Maris, Buenos Aires setiembre de 1932, página 158.
Continuará.
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