lunes, 6 de noviembre de 2023

Colapso de la URSS. Cambio de vida para millones de personas ( X I I )




 

Como decíamos en la anterior entrega, en ésta veremos algo sobre  los “esfuerzos” del régimen para hacer la tarea de la colectivización campesina, esfuerzos que contaron con miles y miles de soldados.

Antes de seguir con el tema, vamos a “recuperar la memoria democrática” un poco.

Como ya sabrán, la “Asociación de Amigos de la URSS” fue creada en 1933, cuyos fines, entre otros, eran los de propagar como verdades las noticias que aparecían en el diario soviético “Pravda”. La devoción y admiración por la URSS así lo exigían.

Posteriormente, en octubre de 1937, y con motivo del vigésimo aniversario de la revolución soviética, dicha asociación colocó en la Puerta de Alcalá madrileña un gran escudo de la URSS, con los retratos de Stalin, Litminov y Vorochilov, (el primero por la derecha), como pueden ver en la foto. Este personaje, junto con Dzerzhinski, fundó la temible “Cheka”, además de ser uno de los responsables, junto con Stalin, de las terribles purgas soviéticas.

Dicho lo anterior, y volviendo al tema que nos ocupa, Vorochilov manifestó en su día que para la colectivización campesina se destinaron 25.000 soldados en 1929, independientemente de los que se enviaban a las cooperativas de los campesinos y a los soviets de las aldeas. Si el sistema era tan perfecto y benefactor de la sociedad, la verdad es que no se entiende muy bien qué demonios pintaban los soldados. Al año siguiente, 1930, el número de soldados para dicha colectivización ascendió a ¡100.000! Sin comentarios.

Esta política comunista sobre la colectivización, durante el plan quinquenal 1927-1932, no tuvo más remedio que claudicar, pues el campesinado no estaba de acuerdo con esta política, y podría perjudicar gravemente la industrialización. Dicho campesinado se lanzó a expropiar los bienes del Estado y las explotaciones colectivas, tanto industriales como agrícolas, en provecho de los individuos.

Ni qué decir tiene que el monopolio en poder del sistema, llevó a los campesinos a usar la violencia, llegando a repartirse entre ellos las grandes propiedades del Estado.

Por otra parte, y como ya sabrán también, los planes quinquenales eran producto de una megalomanía fantástica, y de una exaltación revolucionaria. Sus efectos negativos quedaron plasmados en que no había exportaciones de cereales, y en el racionamiento alimenticio del pueblo.

Como era lógico, el cruel y sanguinario Stalin salió a la palestra para justificar las privaciones de los campesinos, privaciones que imponía el plan quinquenal. Así, decía en 1929:

“Vamos a toda velocidad dejando muy lejos el atraso ruso de varios siglos. Hemos llegado a ser un país de automovilización, un país de tractorización. Cuando hayamos instalado la unión soviética sobre un automóvil y el mujik sobre un tractor, que los capitalistas orgullosos de su civilización intenten reconquistarnos”. ( I )

Al año siguiente, concretamente en junio de 1930, decía el mentado sanguinario:

“Sólo la rapidez de este desarrollo de la industria, nos dará la posibilidad de alcanzar  y sobrepasar, desde el punto de vista técnico, a los países capitalistas adelantados. Los que hablan de la necesidad de disminuir el ritmo acelerado de este movimiento, son agentes del enemigo y adversarios del socialismo” ( I )

En fin, sin comentarios.

En la próxima entrega veremos someramente lo que la “nomenklatura” del régimen consideraba como “crímenes contra la revolución”.

Nota.- La palabra “mujik” quiere decir campesino ruso.

( I ).- “El imperio soviético”,  autor Dionisio R. Napal, Editorial Stella Maris, Buenos Aires setiembre de 1932, página 158.

Continuará.



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