Y continuamos con este libro. En la página 55 y siguientes se lee:
“Pequeña
antología de Azorín”
“En
la historia del periodismo parlamentario, corresponde a José María Ruíz el
mérito de haber convertido la crónica de Cortes en literatura.. Nadie antes que
Azorín había conseguido separar tan nítidamente el relato literario de la vida
del Parlamento de la mera información política de las sesiones. Son las suyas
crónicas asépticas desde el puto de vista político, en las que el autor se
siente atraído por una serie de detalles aparentemente insignificantes que sin
embargo reflejan, mejor que el sentimiento del acontecer político, el clima en
el que se desenvolvía la vida del Parlamento español a principios de siglo.
Escritas en el estilo minucioso de su autor estas crónicas mantienen toda la
frescura y la viveza del momento.
Comenzó
Martínez Ruíz sus crónicas parlamentarias en el Diario de España a
principios de 1904, empleando entonces por primera vez el seudónimo con el que
se le conoce. Pasó después a El Imparcial y por fin a ABC. En
1916 formó la colección de sus crónicas bajo el título de Parlamentarismo
español. Había asistido a los debates parlamentarios primero como
periodista y luego como diputado del Partido Conservador de Maura en 1907, volviendo
a ocupar un escaño en el Congreso entre 1914 y 1919, cuando desempeñó en dos
ocasiones la Subsecretaría de Instrucción Pública.
El
Parlamento ofrece a Azorín el espectáculo en que participan grandes y pequeños
personajes de la política de entonces. Lo que le interesa, más que sus ideas
políticas o el contenido de sus discursos, es la forma de pronunciarlos, sus
maneras, sus gestos, su aspecto físico. Y nunca deja de ser Azorín el pequeño
filósofo a quien las sesiones de la Cámara sugieren reflexiones sobre todo
lo humano y lo divino”.
En los tres próximos capítulos, “Ábrese la sesión”, “El silencio y el énfasis” y “He aquí un político”, veremos la chispa de Azorín al narrar las
sesiones del Parlamento.
Continuará.
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