Como decíamos en la anterior entrega, los hombres de ciencia de este campo dividen al reino animal en dos grandes grupos: los vertebrados, con columna vertebral, y los invertebrados, carentes de ella.
Como ya saben, los vertebrados se dividen en
mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces.
Los tres últimos se llaman de “sangre fría”, mientras
que las aves y los mamíferos son de “sangre caliente”. La temperatura del
cuerpo de los primeros cambia y varía según el medio ambiente, mientras que la
de los segundos es prácticamente la misma, no importando el medio.
Los peces, como es sabido, viven en el agua, y
respiran el oxígeno que hay en ella a través de las branquias. Obviamente, no
tienen pulmones, estando sus cuerpos cubiertos de escamas.
Los anfibios respiran tanto en el agua como en la
tierra. Las crías lo hacen con agallas, pero al crecer desarrollan pulmones,
respirando a través de éstos o de las agallas. No tienen escamas.
Los reptiles viven en tierra, aunque hay algunos que
prefieren el agua. Respiran aire, y su cuerpo está cubierto de escamas o de
placas córneas. De estos animales hay más de cuatro mil especies, que se
dividen en tortugas de tierra y de mar, lagartos, serpientes, caimanes y cocodrilos.
Las aves descienden de los reptiles, teniendo el
cuerpo cubierto de plumas. Todas tienen alas, aunque no todas vuelan, como les
sucede al avestruz y al pingüino.
Los mamíferos tienen el cuerpo cubierto de pelo o de
cabellos, y su tamaño va desde la pequeñísima musaraña, hasta la gigante
ballena azul
Cuando nacen se alimentan de la leche materna, y viven
sobre la tierra, aunque los hay que bien dentro, como el topo. También hay
otros que viven en el mar, como la ballena, y otros vuelan, como el murciélago.
En la próxima entrega veremos algo sobre los
invertebrados.
Continuará.
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