Conociendo como
conocemos la religión marxista-leninista, comentada en este blog muchas veces,
además de comentar también varios libros sobre el tema, era de esperar que apareciesen
sujetos, “sujetas” o “sujetes”, tales como el Bobo Solemne y el doctor
Sancheznstein, junto con sus respectivos “complexos”, que se dedicasen a “recuperar”
palabras, mitos, leyendas, fábulas, cuentos de hadas, mentiras, prejuicios, etc,
de los años 30 del pasado siglo X X, referentes a la Segunda República y a la
Guerra Civil española.
Para
esta tarea había que elegir una estrategia que contase con apoyos. Y lo consiguieron,
ya que separatistas, ecologistas, agitadores, militantes y promotores de la corriente
gay, amén de “artiscejos” y comunistas, se prestaron para dicha tarea, todo
ello acompañado, obviamente, de un odio “como factor de lucha”, que diría el cruel Che Guevara.
Lo que
no dicen estos “recuperadores” es lo sucedido, por ejemplo, en octubre de 1934:
una revolución auspiciada por socialistas y comunistas contra la República, lo mismo
que hizo el presidente de la Generalidad Luis Companys. Tampoco se dice nada de
lo que se leía en el periódico “El Socialista” en febrero de 1936: “Estamos decididos a hacer en España lo mismo que se
ha hecho en Rusia”, leyéndose también que “El
plan del socialismo español y del comunismo es el mismo”.
Por otra parte, tampoco
dicen nada estos “recuperadores” de lo que nos cuenta Manuel Azaña en su obra “La velada de
Benicarló. Diario de la guerra de España”,
primera edición por la Editorial Reino de Cordelia, 2011, aunque se dice en
esta obra Primera edición publicada en Buenos Aires por la Editorial Losada en
1939. El libro consta de 246 páginas, y lo tenemos comentado en este blog en
los meses de abril y mayo de 2017. En las páginas 126 y 127 se lee:
“¿Dónde está la
solidaridad nacional? No se ha visto por parte alguna. La casa comenzó a arder
por el tejado, y los vecinos, en lugar de acudir todos a apagar el fuego, se
han dedicado a saquearse los unos a los otros y a llevarse cada cual lo que
podía. Una de las cosas más miserables de estos sucesos ha sido la disociación
general, el asalto al Estado, y la disputa por sus despojos. Clase contra
clase, partido contra partido, región contra región, regiones contra el Estado.
. .”
“ Cuando empezó la
guerra, cada ciudad, cada provincia quiso hacer su guerra particular. Barcelona
quiso conquistar las Baleares y Aragón, para formar con la gloria de la
conquista, como si operase sobre territorio extranjero, la gran Cataluña.
Vasconia quería conquistar Navarra; Oviedo, León. Málaga y Almería quisieron
conquistar Granada. Valencia, Teruel, Cartagena, Córdoba. Y así otros. Los
diputados iban al Ministerio de la Guerra a pedir un avión para su distrito,
"que estaba muy abandonado", como antes pedían una estafeta o una
escuela. ¡Y a veces se lo daban! En el fondo, provincianismo fatuo, ignorancia,
frivolidad de mente española, sin excluir en ciertos casos doblez, codicia,
deslealtad, cobarde altanería delante del Estado inerme, inconsciencia,
traición. La Generalidad se ha alzado con todo. El improvisado Gobierno vasco hace
política internacional. En Valencia, comistrajos y enjuagues de todos conocidos
partearon un gobiernito. En Aragón surge otro, y en Santander, con Ministro de
Asuntos Exteriores y todo... ¡Pues si es en el ejército! Nadie quería
rehacerlo, excepto unas cuantas personas, que no fueron oídas. Cada partido,
cada provincia, cada sindical, ha querido tener su ejército”.
También
nos cuenta Azaña que "La
Generalidad asalta servicios y secuestra funciones del Estado, encaminándose a
una separación de hecho. Legisla en lo que no le compete, administra lo que no
le pertenece (…) Se apoderan de las aduanas, de la policía de fronteras, de la
dirección de la guerra en Cataluña (…) Hablan de que interviene Cataluña no
como provincia sino como nación (…) Los asuntos catalanes durante la República
han suscitado más que ningunos otros la hostilidad de los militares contra el
régimen".
En fin, a dichos “recuperadores”
no les conviene, ni les interesa ni les importa la verdadera “recuperación,
excepto que vaya escoltada y custodiada por la correspondientes mentiras,
omisiones, cuentos y censura.
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