martes, 3 de abril de 2018

La utopía comunista



A pesar de que la teoría marxista ha quedado obsoleta, demostrándose que es inviable, aún pervive mucha gente que cree a ciegas en dicha teoría. La razón por la que creen, como ya hemos dicho varias veces, es que han leído a Marx, pero no lo han comprendido.


En una ocasión estuvimos con el hijo de unos amigos que venía de América, con todos los gastos pagados por el sindicato y el partido, hablando sobre el tema. Su cerrilismo y fanatismo no le dejaban pensar ni hacer la más leve crítica sobre la religión marxista. Increíble.


Nos decía que el proletariado, una vez que se ha hecho con el poder político, y como clase dominante, se apoderará del capital y de los bienes de la burguesía, para que los medios de producción pasasen al estado, con el objeto de aumentar ésta. Le dijimos que entonces le quitarían a su padre el cochazo y el pisazo, amén de una casa solariega preciosa que tiene en un pueblo de Asturias, con una gran extensión de tierra como jardín. No supo qué decir y salió por peteneras, como siempre.


Siguió con las monsergas marxistas de siempre: expropiación de la tierra (la de su padre no, por supuesto) y el dinero que se obtenga de esta operación servirá para pagar los gastos del Estado, que abrirá nuevas fábricas aumentando la producción, a la vez que se mejorará la agricultura, según planes establecidos por el Estado.


Le recordamos los planes quinquenales soviéticos que lo único que generaron fueron unas hambrunas gigantescas, por mor de las cuales murieron millones de personas. Como ya se puede suponer, lo negó.

Y terminó con lo de siempre: que todo esto se conseguiría por medio de la violencia y la revolución. Los tópicos típicos de siempre.


Le hemos dicho que el comunismo ha fracaso en todo el mundo por muchísimas razones. También le hemos dicho que si no había leído libros de gente desencantada de tal sistema, tales como “Mi fe se perdió en Moscú”, del comunista Enrique Castro Delgado; “La corrupción en la Unión Soviética”, de Ilia Zemtsov, sociólogo, y profesor en el “Instituto Lenin” de Bakú, capital de Azerbayán, que había sido invadida en 1.920 por el ejército rojo de la URSS, y ejerció las funciones de jefe del Departamento de Información en el Comité Central del partido comunista; “La Unión Soviética, de la utopía al desastre”, de Vladimir Bokovski, otro comunista soviético arrepentido, y un montón de libros más. Como también se supondrá, no había leído ni uno.


Lo “didimoso” del caso es que esta gente se tiene por intelectuales. ¡Manda “carayo”!



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