El nuevo presidente cubano, nacido en 1960, un año
después de instalarse la dictadura comunista en Cuba, fue un lameculos del
dictador Fidel Castro.
Cuando en 1997 el dictador visitó la ciudad natal del
presidente, Villa Clara, organizó una concentración de cubanos para agasajar a
Fidel, manifestando éste que el muchacho era un joven “producto de la
revolución”.
Unos años después, concretamente en 2003, comienza su “brillante
carrera”: el Buró Político, que es el centro que tiene agarrado por el cuello
al partido comunista cubano, le tiende una mano. Una vez allí, es nombrado
ministro de educación. Y ya en 2012 se convierte en vicepresidente del consejo
de ministros.
Metido ya de lleno en la banda, sus declaraciones lo
dicen todo ya que, entre otras cosas, decía que no concebía rupturas en su
país, manifestando que tenía que haber continuidad. El mismo Raúl Castro dijo
que este nuevo presidente había demostrado su “fidelidad a la revolución”. Sin
comentarios.
Mientras tanto, y por si al nuevo presidente le da por
cambiar algo, Raúl Castro seguirá siendo primer secretario del partido hasta el
año 2021.
Los puestos de importancia del régimen seguirán en
poder de la familia castrista, como es el caso del ex yerno de Raúl, Luis
Alberto Rodríguez, que se encargará de los asuntos económicos del régimen, o de
un hijo del mentado Raúl, Alejandro Castro Espín, que se encargará de los
asuntos militares.
Y como final comentar una frase de este “nuevo” presidente:
“La revolución continúa su curso”. La gente seguirá viajando en autocares con
cómodos asientos y con televisión, como pueden ver en la imagen.
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