miércoles, 18 de abril de 2018

Mi fe se perdió en Moscú" ( I I )



Así se intitula el libro de Enrique Castro Delgado, componente del PCE, Ediciones Luis de Caralt, agosto 1964, 390 páginas incluido Índice.

Como decíamos en la anterior entrega, en ésta veremos los “esfuerzos del partido” para eliminar a los “enemigos de nuestro Partido, de nuestro pueblo y de la Unión Soviética”.

En la página 297, dentro del capítulo intitulado “1944 – SEXTO AÑO: El cerco del hambre”, nos narra Castro Delgado una reunión que tuvo lugar en Moscú, presidida por la Pasionaria, de todos los jerarcas del PCE. Dice así:

“Hernández, desde su llegada a Méjico y aprovechándose de las relaciones personales de Antón y mías, pensó ganarse a los camaradas Uribe y Mije para luchar contra mí y contra Francisco Antón. Tomando como base las dificultades por que ha atravesado y atraviesa nuestra emigración en la U.R.S.S., ha pretendido también convencer a los camaradas Uribe y Mije de la necesidad de sacar de la Unión Soviética a la emigración española, lo que hubiera significado un gran escándalo y un no menos desprestigio para el primer país socialista.
Afortunadamente nuestros camaradas de América comprendieron los propósitos criminales de Hernández; reacciónaron  rápida y enérgicamente. El Partido de América, en bloque, ha secundado la actitud de los camaradas Uribe y Mije, que una vez más han probado su inquebrantable fidelidad al Partido. Y Hernández se ha quedado solo. La primera batalla contra esta nueva ofensiva de los enemigos de nuestro partido, de nuestro pueblo y de la Unión Soviética, ha sido ganada.
Pero sería un error, camaradas, dejarse adormecer por los éxitos. La lucha por la unidad de nuestro glorioso Partido y en defensa de la Unión Soviética está muy lejos de haberse terminado con lo hecho por los camaradas Uribe y Mije . . .¡Hernández no está solo! . . . Hernández tenía y tiene aquí, en la Unión Soviética, su corifeo: Enrique Castro.
Yo os propongo, camaradas, que Enrique Castro sea separado del Comité Central del Partido y del trabajo que en la actualidad realiza en el Instituto, hasta tanto nos demuestre con hechos y de una manera categórica que se ha vuelto a hacer merecedor de la confianza del Partido”.
A continuación nos narra Castro como “El Ángel exterminador”, refiriéndose a la Pasionaria excitaba a “sus fieras” contra él, contándonos que “tengo la impresión de que estoy delante de una jauría de perros salvajes, que sólo esperan la señal del amo para lanzarse sobre su presa”.

En la próxima entrega veremos lo que nos dice Enrique Castro Delgado sobre la “maduración política e ideológica” de los principales partidos comunistas, principalmente europeos.

Continuará.



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