martes, 24 de abril de 2018

“Mi fe se perdió en Moscú” ( y V I )



Así se intitula el libro de Enrique Castro Delgado, Ediciones Luis de Caralt, agosto 1964, 390 páginas incluido Índice.

Someramente diremos que el autor fue un componente muy activo del PCE, siendo el primer comandante del V Regimiento. También fue director general de la Reforma Agraria. Cuando terminó la Guerra Civil española, se marchó a la URSS, regresando a España, permaneciendo aquí hasta su muerte en 1964. Su regreso estuvo motivado por el desencanto de lo que vio en la Unión Soviética, al igual que otros muchos que tuvieron los dídimos suficientes de decirlo.

Como decíamos en la anterior entrega, en ésta última veremos la descripción que nos hace Castro Delgado del desastroso mundo del obrero soviético. En la página 331 se lee:

“¿Que la U.R.S.S.es un país en pleno desarrollo industrial? ¿Y qué? La importancia de todo esto reside, para mí, en la medida en que ese desarrollo industrial labra la felicidad o la desgracia del hombre; libera o esclaviza al hombre; ensalza o hunde al hombre en la categoría de las bestias.

No. No quiero ser obrero en la Unión Soviética. He visto muchos. Y el noventa por ciento de ellos representan quince años más de los que tenían.. Los he visto trabajar, vivir y caminar en silencio, con una tristeza en el semblante como no la había visto nunca y con tal miseria sobre ellos que en cualquier país los hubieran tomado por mendigos . . .No, no decirme que soy un hombre de origen burgués o pequeño-burgués que desconoce el medio; he sido obrero; desciendo de una familia de obreros y en vivido entre la clase de mi país desde nací hasta que salí de España en 1939 . . . Pedirme otra cosa. Pero no que acepte la esclavitud con una sonrisa en los labios y gritando a los cuatro vientos: Esto que aquí veis es el país de la felicidad . . .Decirlo vosotros si queréis, que yo lo vendo diciendo desde hace tantos años, engañándome a mí mismo y conmigo a tantos, que ya me he cansado”.

Castro Delgado fue una de las muchas personas que se atrevieron a desenmascarar el comunismo después de haberlo vivido “in situ”, aunque hay otros que aún lo siguen defendiendo desde sus poltronas occidentales y viviendo con auténtico lujo.



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