martes, 6 de junio de 2023

Poesía del Siglo de Oro, Los mejores romances de la lengua castellana y Rimas y Leyendas de Bécquer ( X V I ).







 


Continuamos con los libros “Poesía española del Siglo de Oro”, Ediciones 29, Madrid 1990, 113 páginas; "Los mejores romances de la lengua castellana", Edicomunicación, S.A., 1999, 256 páginas, y “Gustavo Adolfo Bécquer. Rimas y Leyendas”, Editorial EDIMAT LIBROS (Ediciones y Distribuciones Mateos), Madrid 1999, 317 páginas incluido “Índice”.


En la página 33 del primer libro hay una poesía de Juan de Mal Lara. Dice así:

“A imitación de Marcial”

“Tenéis, señora Aldonza, tres treinta años,
tres cabellos, no más, y un solo diente,
los pechos de cigarra propiamente,
en que hay telas de arañas y de araños.

En vuestras sayas, tocas y otros paños
no hay tantas arugas como en vuestra frente;
la boca es desgarrada y tan valiente
que los puertos de mar no son tamaños.

En cantar parecéis mosquito o rana;
la zanca es de hormiga o de finado,
la vista es de lechuza a la mañana.

Oléis un cierto olor de desposado;
de cabra es vuestra espalda tan galana,
como de pato flaco bien pelado.

Este es vuestro traslado;

de todo cuanto oís, no os falta cosa.

¿Qué os falta, pues, decí, para hermosa?”

 

En las páginas 130 y 131 del segundo libro, se lee:

“ROMANCE DE LA GENTIL DAMA

Y EL RÚSTICO PASTOR”

Estáse la gentil dama

paseando en su vergel,

los pies tenía descalzos,

que era maravilla ver;

desde lejos me llamara,

no le quise responder.

Respondile con gran saña:

-¿Qué mandáis, gentil mujer?-

Con una voz amorosa

comenzó de responder:

-Ven acá, el pastorcico,

si quieres tomar placer;

siesta es del mediodía,

que ya es hora de comer;

si querrás tomar posada,

todo es a tu placer.

-Que no era tiempo, señora,

que me haya de detener,

que tengo mujer e hijos,

y casa de mantener,

y mi ganado en la sierra

que se me iba a perder,

y aquellos que me lo guardan

no tenían qué comer.

-Vete con Dios, pastorcillo,

no te sabes entender,

hermosuras de mi cuerpo

yo te las hiciera ver:

delgadica en la cintura,

blanca soy como el papel,

el color tengo mezclada

como rosa en el rosel,

el cuello tengo de garza,

los ojos de un esparver,

las teticas agudicas

que el brial quieren romper,

pues lo que tengo encobierto

maravilla es de lo ver.-

-Ni aunque más tengáis, señora,

no me puedo detener”.

 

En las páginas 42 y 43 del tercer libro, se leen las rimas X V I I y X V I I I de Bécquer: Dice la primera:

“Hoy la tierra y los cielos me sonríen;

Hoy llega al fondo de mi alma el sol;

Hoy la he visto . . . la he mirado y me ha mirado . . .

¡Hoy creo en Dios!”

 

La rima X V I I I, dice:

“Fatigada del baile,

Encendido el color, breve el aliento,

Apoyada en mi brazo,

Del salón se detuvo en un extremo.

Entre la leve gasa

Que levantaba el palpitante seno,

Una flor se mecía

En acompasado y dulce movimiento.

Como en cuna de nácar

Que empuja el mar y que acaricia el céfiro,

Tal vez allí dormía

al soplo de sus labios entreabiertos.

¡Oh! ¡Quién así, pensaba,

Dejar pudiera deslizarse el tiempo!

¡Oh, si las flores duermen,

Qué dulcísimo sueño!”

 

Continuará.




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