Vamos a ver algunos comentarios de ciertos
comunistas de aquellos tiempos republicanos, como Jesús Hernández y Valentín
González, alias “El Campesino”, por ejemplo.
El primero decía en “Acción Socialista” de
fecha 15 de enero de 1952, lo siguiente:
“Durante la guerra y los
largos años e represión franquista y represalia falangista, los nuestros
ingresaron en las cárceles o cayeron atravesador por las balas . . .mientras
las banderas de Stalin y de la URSS parecían surgir de sus labios. No resulta
sorprendente que el Partido Comunista español hubiera subordinado su política
entera a la ‘guía’ de Moscú. Tampoco es sorprendente que aquellos de nosotros
que ‘dirigieron’ al Partido Comunista español obraran más como súbditos
soviéticos que como hijos del pueblo español. Puede parecer absurdo e
increíble, pero nuestra educación bajo la tutela soviética nos había deformado
a tal extremo que estábamos completamente desnacionalizados; nuestro espíritu
nacional nos había sido arrancado, reemplazándolo por un internacionalismo
rabiosamente chauvinista, que empezaba y terminaba en las torres del Kremlin”. Sin comentarios.
“El Campesino” manifestaba en unas
declaraciones suyas hechas al diario “Pueblo” madrileño con fecha 25 de enero
de 1968, lo siguiente:
“El 1 de abril de 1939 escapé
de la quema de un pesquero. Salimos de un puertecillo de Almería para Orán . .
.El 13 salimos de El Havre en un buque soviético. Íbamos, como sardinas en
lata, unos 350 comunistas incluidos los miembros del Comité Central del partido
comunista español, varios diputados, jefes del Quinto Regimiento y de las
Brigadas Internacionales, sobre todo alemanes. Todos éramos gente comprometida
en la guerra. Nos dijeron que en la Unión Soviética estaríamos tranquilos y
también que recibiríamos recompensas. . .
El 19 de mayo llegamos a Leningrado. Antes de desembarcar, la N.K.V.D. nos
registró como si fuéramos criminales. No le di importancia. El puerto estaba
engalanado con grandes retratos de Stalin, Marx, Lenin, Molotov y Beria. Nos
recibió una comisión de gobierno, del Komintern, de los sindicatos y de la
N.K.V.D. y unos niños del Konsomol nos entregaron ramos de flores. Al día
siguiente fuimos trasladados a la estación de ferrocarril, de donde debíamos
salir para Moscú. Recuerdo que me impresionó la miseria de la ciudad, lo sucias
que estaban las calles y lo mal vestida que iba la gente. Muchos no tenían
zapatos y llevaban enrollados a los pies trapos y papeles . . .
Creo que fue ese día cuando mi fe en el comunismo se desmoronó por completo.
Estaba más claro que el agua que en Rusia los obreros vivían peor que en España
y que la camarilla del partido y los generales se repartían las tajadas. ¡Igual
que en cualquier país reaccionario, vamos!”
¿Figurará esto en la “memoria democrática”
de “Su Sanchidad” y de Sor Yolanda?
Nota.- Recomendamos leer los comentarios
sobre el libro “Mi fe se perdió en Moscú”, escrito por el miembro del
PCE Enrique Castro Delgado, comentarios insertados en este blog con fechas 17,
18, 19, 20, 21 y 24 de abril de 2018.
Continuará.
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