Como decíamos en la anterior entrega, en esta última veremos
algo sobre lo que dice Marx en el “Manifiesto” sobre el socialismo, la religión
y la familia.
Dice que en el “socialismo burgués” “una parte de la burguesía deseaba remediar los males
sociales con el fin de consolidar la sociedad burguesa. Era el caso de los
economistas, que buscaban una burguesía sin proletariado, invitando a los
proletarios a entrar en la nueva Jerusalén y no haciendo otra cosa que
inducirles a continuar con la sociedad actual, apartándose de todo movimiento
revolucionario”.
Después habla en
dicho “Manifiesto” sobre el comunismo con el conocidísimo párrafo siguiente:
“Un
fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Y todas las fuerzas de la
vieja Europa se han unido en santa cruzada contra este fantasma”. Pues “el
comunismo ya está reconocido como una fuerza. Ahora, pues, es el momento en que
los comunistas expongan al mundo entero sus preceptos”.
Según este judío
Marx, los comunistas se diferencian y se distinguen “por la independencia de su nacionalidad, por proclamar
la violencia, por las fases de la lucha”, siendo su intención y propósito
principales “la conquista del poder
político para el proletariado”. Esto ya se sabe que es una auténtica
mentira, ya que dicho “poder”, queda en manos de la privilegiada
“nomenklatura”.
Después continúa
con el manido tema de la abolición de la propiedad diciendo que hay que abolir “la propiedad en general y la propiedad burguesa” ¿Qué dicen a esto
los ricachones y “ricachonas” comunistas, algunos “artiscejos” y “artiscejas”,
con suntuosos chalets y viviendas, amén de grandes sueldazos?
En cuanto a lo
que dice sobre la familia es poco menos que repulsivo y asqueroso, ya que dice
que la familia “ha de ser suprimida para el proletariado, pues no existe más
que para convertir en burgueses a sus integrantes”, diciendo también que
hay que “abolir la servidumbre de los hijos para con sus padres, destruir
los vínculos más íntimos, sustituir la educación familiar por una educación
social”, diciendo también que “los dulces lazos de los padres con sus
hijos resultan repugnantes”.
En cuanto a la
religión, ¡para qué vamos a hablar! Además de la manida frase pronunciada por
él en 1844 de “La religión es el opio del pueblo”, dice también este
monstruo que la religión es un “mero prejuicio burgués”, diciendo
también que el comunismo tiene que abolir “la religión y la moral”.
En fin, como
hemos podido ver en estas cuatro entregas, nada de libertad y respeto, pero sí
mucho de bota, bozal y grillete, amén de ver, oír y callar.
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