viernes, 16 de septiembre de 2022

Sócrates y Aristóteles de nuevo


 Tal parece que volvemos a tener otros dos filósofos de la talla de Sócrates y Aristóteles. Y decimos esto porque, como ya sabrán, Begoña Gómez, esposa de su “Sanchidad”, Directora de la Cátedra de Transformación Social Competitiva de la Universidad Complutense madrileña, casi “ná”, en un foro sobre los ODS ( I ), dijo lo siguiente:

“El tiempo, podríamos llegar a decir, es aquel que se va y jamás vuelve. Por lo tanto, tenemos que aprovecharlo”. Y al final de su perorata, dijo:

“No seamos indiferentes ante nuestra realidad. Los desafíos son urgentes. Seamos estratégicos, pensemos en nuestra transformación social, cómo genera un impacto impositivo, parte de una construcción, de una sociedad mejor, saludable, viva y en movimiento que sepa enfrentarse a los retos del futuro. Porque los retos del futuro serán los retos de nuestros negocios y podremos afrontarlos de una manera más fuerte, con menos incertidumbre y seremos, por supuesto, mucho más invertibles”.

¡Oh Kalícrates sapientísimo!, ¿deduces tú algo sobre esto?!

Si a esto unimos lo dicho por el Bobo Solemne en 2009: “La tierra no pertenece a nadie salvo al viento”, nos hace pensar que Sócrates y Aristóteles están de nuevo con nosotros.

( I ) Estas siglas quieren decir “Objetivos de Desarrollo Sostenible, o también  “Objetivos Globales”. Estos objetivos, 17 en total, fueron creados en el 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas (AG-ONU), y se piensa conseguirlos para el año 2030, asunto conocido como “Agenda 2030”, de la que tanto habla su “Sanchidad”. De dichos objetivos nos han llamado la atención cuatro:

“Agua limpia y saneamiento”, “Reducción de las desigualdades”, “Vida submarina” y “Energía asequible y no contaminante”. Es decir, que Begoña Gómez y su “Sanchidad”¿se estarán aseando con agua sucia? En cuando a las desigualdades tendrán que dejar que “desfalconizarse” y viajar en patinete, en triciclo, o en parapente para no contaminar.

En cuanto a la vida submarina, tendrán que adaptar el “Falcon” a las profundidades del mar, lo mismo que el chalet Iglesias-Montero.



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