Tal parece que volvemos a tener otros dos filósofos de la talla de Sócrates y Aristóteles. Y decimos esto porque, como ya sabrán, Begoña Gómez, esposa de su “Sanchidad”, Directora de la Cátedra de Transformación Social Competitiva de la Universidad Complutense madrileña, casi “ná”, en un foro sobre los ODS ( I ), dijo lo siguiente:
“El
tiempo, podríamos llegar a decir, es aquel que se va y jamás vuelve. Por lo
tanto, tenemos que aprovecharlo”. Y al final de su perorata, dijo:
“No seamos indiferentes ante nuestra realidad. Los
desafíos son urgentes. Seamos estratégicos, pensemos en nuestra transformación
social, cómo genera un impacto impositivo, parte de una construcción, de una
sociedad mejor, saludable, viva y en movimiento que sepa enfrentarse a los
retos del futuro. Porque los retos del futuro serán los retos de nuestros
negocios y podremos afrontarlos de una manera más fuerte, con menos
incertidumbre y seremos, por supuesto, mucho más invertibles”.
¡Oh Kalícrates sapientísimo!, ¿deduces tú algo sobre esto?!
Si a esto unimos lo
dicho por el Bobo Solemne en 2009: “La tierra no pertenece a nadie salvo al
viento”, nos hace pensar que Sócrates y Aristóteles están de nuevo con nosotros.
( I ) Estas siglas
quieren decir “Objetivos de
Desarrollo Sostenible”, o también “Objetivos Globales”. Estos
objetivos, 17 en total, fueron creados en el 2015 por la Asamblea General de
las Naciones Unidas (AG-ONU), y se piensa conseguirlos para el año 2030, asunto
conocido como “Agenda 2030”, de la que tanto habla su “Sanchidad”. De dichos
objetivos nos han llamado la atención cuatro:
“Agua limpia
y saneamiento”, “Reducción de las desigualdades”, “Vida submarina” y “Energía
asequible y no contaminante”. Es decir, que Begoña Gómez y su “Sanchidad”¿se
estarán aseando con agua sucia? En cuando a las desigualdades tendrán que dejar
que “desfalconizarse” y viajar en patinete, en triciclo, o en parapente para no
contaminar.
En cuanto a
la vida submarina, tendrán que adaptar el “Falcon” a las profundidades del mar,
lo mismo que el chalet Iglesias-Montero.
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