Una de las características más negativas de su “Sanchidad”, es no reconocer sus grandes errores, echando la culpa, como siempre, a los “otros”, es decir, a Putin, a Feijóo, a VOX, a la pandemia, a Ayuso, a los empresarios y, cuando lo estime conveniente, también a Franco. Todo esto, y más cosas, seguro que las va a sacar a relucir en el próximo debate “senadorial”, aunque esto también lo está haciendo ahora en su excursión por España con el objeto de recobrar y rescatar el crédito que está perdiendo.
Y lo está perdiendo porque, entre otros asuntos, habla
de democracia, pero defiende a dictaduras que provocaron, y provocan guerras;
controla unos “mass-media” a través de los cuales comunica lo que debe hacerse
y lo que no, amén de comunicar también lo que está mal y lo que está bien. Si
Antonio Gramsci levantara la cabeza, quedaría loco de contento.
En fin, no respeta a las personas que protegen,
respaldan y defienden los derechos y la verdadera libertad, además de no darse
cuenta de que es mejor estar callado y parecer tonto, porque si abre la boca se
le ve la alfalfa, por mucho que diga que tiene razón.
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