Antes de seguir el artículo, vamos a comentar un dato que a lo mejor ya conocen: los “alias”, apodos, o como quieran llamarlos, de los principales gerifaltes del marxismo Marx, Lenin, Stalin y Trotzky, cuyos verdaderos nombres eran Haim Mardochai Kissel, Vladimir I. Blanc, Iosif Vissarionovitch Djugaschwili y Leiba Davidovich, respectivamente.
Visto esto, y como decíamos en la anterior entrega, en
ésta veremos algo sobre cómo se las gastaba el régimen con el campesinado.
En
las expediciones que se organizaban para buscar grano para alimentar a la
población hambrienta, los bolcheviques asesinaron a multitud de campesinos.
Trotzky había dado la orden de quemar toda casa o lugar donde se hubiesen
refugiado los desertores del Ejército Rojo, desertores que se contaron por
millones.
Por
otra parte, la guerra civil rusa llenó de desilusión a mucha gente comunista
sencillamente porque no se cumplía la doctrina marxista. Los dogmas, postulados
y lemas que el partido había dictado a bombo y platillo antes de hacerse con el
poder, no se cumplían. Los campesinos y trabajadores de las industrias, así
como los ferroviarios, se volvieron en contra del sistema, lo que obligó a Lenin
a dar “explicaciones”, argumentando todo tipo de mentiras y engaños, como por
ejemplo, que los citados trabajadores se “desviaban” hacia el menchevismo
porque estaban sobornados por la “burguesía”. La monserga de siempre.
Por otra parte, la gente estaba molesta y
desilusionada con la dirección del partido: la burocratización, así como los
privilegios de la “nomenklatura”, comenzaron a notarse. Esta desilusión ya se
vio en 1919 durante la celebración del V I I I Congreso del Partido Comunista,
congreso que era una auténtica paradoja, ya que las graves amenazas de la
guerra civil seguían presentes con toda violencia. Esto no importaba. La
Asamblea de dicho Congreso discutía un nuevo programa del partido, pretendiendo
asegurar, con la consabida propaganda, un gobierno para varias generaciones. Lo
cierto era que detrás de esta “seguridad” estaba la gran desilusión de los
comunistas con relación a las masas, a la vez que no estaban muy seguros de la
dirección económica del partido. Otro asunto de desencanto fue la aparición de
los regionalismos que surgían por doquier. También había otras cosas que se
enfrentaban y chocaban con los dogmas marxistas.
En la próxima entrega veremos algo sobre
el problema de las nacionalidades.
Continuará.
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