jueves, 29 de septiembre de 2022

El pueblo no elige, vota


 La pregunta, aunque sea un poco manida, se la está haciendo mucha gente en el momento actual: ¿son los políticos auténticos representantes del pueblo? Obviamente, no. Y decimos que no porque el pueblo no elige, vota. Y vota a los elegidos por los partidos ¿Y dónde, y en dónde, y cómo y cuando son elegidas estas personas? Pues en los pequeños “foros” donde se dirimen cuestiones importantes para nuestras vidas, es decir, en los ayuntamientos, diputaciones, parlamentos autonómicos y, sobre todo, en el gran “foro” que es, como ya intuirán ustedes, el Congreso de diputados.

Cuando alguien es elegido por el partido en uno de los foros mencionados, el electo tiene que “caer bien” al pueblo, por lo que es importantísimo la puesta en escena. Entonces viene el “estudio” para que de una forma subliminal se manipulen nuestros sentimientos, o incluso en algunos casos, nuestras pasiones, valiéndose de todo tipo de artimañas, trucos, tergiversaciones, sofismas, etc.

 Así, por ejemplo, el sofisma “ad verecundiam”, que viene a ser como el sentimiento de fervor, respeto, veneración, etc. que se siente por una persona, se emplea constantemente para engañar al pueblo soberano. Si se dice que si ganan las elecciones la derecha va a haber menos libertad, más paro, menos hospitales, menos escuelas, etec, porque lo dijo Carlos Marx, Lenin, Fidel Castro o un catedrático de una prestigiosa universidad, el asunto se acepta a ojos cerrados. Lo dijo Blas, punto redondo.

 Otro truco es el de la ironía. Recordamos un mitin de Felipe González refiriéndose a una candidata del PP, calificándola de “batasunera”. La carcajada del pueblo soberano fue monumental. No digamos ya cuando el ínclito Alfonso Guerra decía que Margaret Tatcher en vez de desodorante utilizaba tres en uno. “Batasunero” es el actual desgobierno que tenemos en estos momentos.

 Otra artimaña es la de la verdad dicha a medias, la información parcial o las frases y datos fuera de contexto. Todos sabemos que en muchas elecciones hay una gran abstención. Por tanto, aunque un partido sacase el cien por cien de los votos, esto no querría decir nada. Sin embargo, a esto se agarran los partidos como Tarzán se agarraba a las lianas.

 La tergiversación del lenguaje es, cuanto menos, curiosísima y quizá la más engañosa. Así, y según convenga, un criminal y asesino que con su suicidio mata a cientos o miles de personas, se dice que se “ha inmolado”, o puede que sea un miembro del “ejército de liberación”, un guerrillero, un resistente, un luchador por la libertad, etc, etc.

 Otro truco es el maniqueísmo: nosotros somos los buenos y ellos son los malos. Aquí el asunto se comenta por sí solo. Claro que el pueblo soberano en esto no piensa: con la morfina del pueblo, es decir, el fútbol, y con los “famosos” del “ente”, ya tiene suficiente.

 Luego están los pensadores químicos que, con sus opiniones maquilladas como verdades evidentes y absolutas, presentan el asunto de una manera real y “obvia” de tal forma que dudar, rechazar o cuestionar el citado asunto no es lo correcto ni  “intensamente contemporáneo”. Así, por ejemplo, se presenta el aborto de una forma “obvia”: como la mujer es dueña de su cuerpo (ya lo quisiéramos los seres humanos) tiene derecho a abortar. Lo que no se dice es que la mujer no es dueña de su vida (ninguno lo somos) y sin embargo es “dueña” de la vida que va a asesinar.

 Hay también otro asunto que se transmite subliminalmente: dicen que no van a permitir que los jóvenes caigan en la droga, o que los mayores se mueran de hambre. Cualquiera que oiga esto se apunta rápidamente. Pero después, y lo estamos viendo, drogas por todas partes y eutanasia para los mayores “para que no se mueran de hambre”.



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