No cabe duda de que el silencio atronador, valga el oxímoron, intencionado de la izquierda sobre ciertos asuntos y temas, es una forma de mentir porque, entre otras cosas, los errores que se comenten siguen enmascarados, sin salir a la luz la verdad.
Pero, claro, oiga, hay quienes proclaman “sus razones” con un arpegio ensordecedor, sin pararse a pensar que no están en posesión de la verdad, como ocurría con D. Quijote que exponía “su razón” al decir que eran gigantes, mientras que Sancho era el que estaba en posesión de la verdad al decir que eran molinos.
Estos de la “razón” hablan mucho del bien común, de servir a la sociedad y de
la convivencia social. Todo mentira, porque lo primero que hay que hacer es
informar verazmente de todo lo que ocurre para que el “pueblo soberano”
se pueda forjar una opinión real.
Callar como putas, como diría Carlos Semprún Maura, cuando está en juego el
bien común, anteponiendo y dando preferencia a intereses políticos de grupo o
de partido, es atentar contra la característica más elemental de la verdadera
democracia: el derecho y la libertad de las personas.
Este silencio, en el fondo, no es más que un abuso de poder y de autoritarismo,
al más puro estilo de las dictaduras de corte marxista.
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