En esta destartalada y desguazada España se dan una serie de connotaciones que no se dan en el resto de Europa. A saber:
a).- A pesar de la Constitución del 78, aún hoy, cuarenta y cuatro años
después, no tenemos un modelo de estado definido. Se ha inventado “el estado de
las autonomías”, que para lo único que ha servido es para ir quitando al Estado
sus verdaderas competencias, trayendo esto la nefasta consecuencia de
diferentes “modus vivendi” en las distintas autonomías y, lo que es peor,
creando de forma artificial unas fronteras basadas en unas etnografías
inexistentes. Y no digamos ya nada del derroche y despilfarro que suponen tales
autonomías.
b).- En España se ha suprimido el concepto de nación.
c).- En ningún país de Europa se da el caso de que haya unos
politicastros encargados de dinamitar la unión de la nación. Además se da la
circunstancia gravísima de que dichos politicastros están ya sabemos dónde, percibiendo
sus sustanciosos emolumentos a costa de los grandes impuestos que pagamos todos
los españoles.
c).- Y lo más grave: debido a la poderosísima propaganda de los
“mas-media”, se ha hecho creer al pueblo español que tenemos una auténtica
democracia, con una experta y verdadera clase política en donde la separación
de poderes funciona correctamente, etc, etc. Todo mentira ¿Cómo es posible que
se diga esta gran memez si, como todos sabemos, las democracias europeas
tardaron siglos en afianzarse? ¿Será que España es diferente? Puede que así
sea, porque hemos conocido a recalcitrantes defensores del régimen anterior,
decir a los cuatro días que eran “socialista de toda la vida” y “yo
siempre pensé en socialista”.
Y
terminamos con una frase de Winston Churchill: “Sin
prensa libre y libertad de pensamiento, gobierna cualquiera”.
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