martes, 1 de junio de 2021

Vacuna heteróloga sí, vacuna heteróloga no

A Dios gracias, ya me han puesto la vacuna anticovid mediante dos perfectas y precisas aplicaciones supongo que de la misma marca, patente, fabricante, etc. En la primera dosis me informaron que era Pfizer y en la segunda ni me dijeron nada ni yo tuve la ocurrencia de preguntar. La cuestión es que ya llevo un mes vacunado sin haber experimentado ningún efecto adverso. Y lo mismo, varias personas de mi familia. Iba a llamar mixta a la vacuna de distintas procedencias pero gracias a la radio y al documentado y excelente D. Miguel del Pino, rectifico y le aplico un certero y ortodoxo apelativo: heteróloga, como antónimo de homóloga, aunque parece que el término no está en el DRAE y sí en el Diccionario médico biológico histórico y etimológico, con un significado muy adecuado al caso.

Y empecé diciendo a Dios gracias, pues tal es el tinglado organizado con motivo de la aplicación de dosis de distintos orígenes al mismo paciente, que me he librado de preocupaciones añadidas a la principal, que sería la de contraer la enfermedad. Por ello también me libré de leer y valorar opiniones diversas que me hubiesen traído por la calle de la amargura sin llegar con seguridad a una conclusión válida e irrefutable, aunque tal vez al final me acogería al conocido dicho de “doctores tiene la santa Iglesia” y confiaría en la buena voluntad de los responsables.

Pero la polémica está en marcha y, aunque a mí, repito ya no me incumbe, soy testigo, como somos todos de que no hay emisora de radio, tv, prensa escrita, etc. en la que no esté presente este caso con carácter preferente día tras día sembrando la duda a diestro y siniestro, merced a una florida y prolífica profusión, valga la redundancia, de sabias opiniones de expertos entendidos o de repentinos especialistas que suelen florecer en ocasiones conflictivas como la que nos ocupa hoy. Y hago constar que no pretendo tomar a broma el caso que realmente no tiene ninguna gracia, pero la situación que ha causado se aproxima en ocasiones al esperpento.

Todo este confuso litigio en que ha devenido la administración de algo tan importante como una vacuna, clave en la solución de un enorme problema sanitario, viene gestándose desde la desastrosa gestión con que nuestras autoridades lo han manejado desde la primera aparición del peligro, negando primero su existencia y minusvalorándolo posteriormente cuando su evidencia e importancia era indiscutible. Después, una vez reconocido y aceptado, la aplicación de soluciones mediante remiendo tras remiendo con decretos de estados de alarma, mil opiniones distintas, adjudicación o no de responsabilidades a las autonomías y, para rematar, un pintoresco juego de cifras, no ha hecho más que crear una confusión creciente entre la ciudadanía, atónita e indefensa, obediente y sumisa, dotada, menos mal, de un gran tanto por ciento de prudencia.

Parece mentira que un gobierno con nada menos que veintidós ministros, a estas alturas del problema, no haya sido capaz de documentarse y prepararse para esgrimir una actitud firme y decidida ante un problema de tanto calado y mostrar su capacidad para hacer sentir confianza a los ciudadanos. Pero claro, para esto son necesarias varias cualidades siendo quizá la primera, la humildad para reconocer las limitaciones y carencias de cada uno. No parece esta una virtud que abunde entre los “mangatarios” y ello es lo que los hace incapaces de aceptar lo evidente pues prefieren en su torpe egolatría, aparentar que saben de todo porque se asesoran de todo, llegan a inventar imaginarias comisiones de expertos a los que podrán echar la culpa si se producen los fallos habituales y, ya cayendo en la ridiculez, ofrecen como gran prueba de la garantía e idoneidad de sus decisiones, la realizada entre ¡seiscientas personas! Total, un gran desconcierto más que palpable.

Repito que la cuestión no es para tomarla a broma pero la credibilidad de este gobierno tan artificialmente elaborado sin ningún rigor ni garantías y en el que priva el particular interés político antes que el saber, la competencia y el dominio de cada materia, corre hacia un inevitable despeñadero cada día más aparente y manifiesto. Que Dios nos coja confesados y...vacunados.

Francisco Alons o-Graña del Valle

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog