Los tres años más importantes
del pasado siglo XX fueron, a nuestro juicio, 1.944, 1.969 y 1.990. En el
primer año tuvo lugar el desembarco de Normandía; en el segundo la llegada del hombre
a la Luna y el
último albergó el desplome de la
URS.
Los de nuestra generación,
los del año 1.942, con todos nuestros defectos y virtudes, nos caracterizamos
por un montón de cosas que prácticamente hoy han desaparecido. A saber:
Nos responsabilizamos de todo
lo que hemos hecho y no culpamos a nadie.
Algunos llevaban el pelo un
poco largo, y escuchábamos y bailábamos al ritmo de los Blue Diamonds, de Los
Cinco Latinos, de Paul Anka, del Dúo Dinámico y posteriormente de los Beatles;
nos rebelábamos contra ciertas normas y valores; éramos románticos con nuestras
novias, a las que respetábamos, porque veíamos en ellas a nuestras madres; nos
enorgullecía la unión de la familia; no nos gustaba la vulgaridad, la
chabacanería y la grosería; teníamos un sentimiento claro y preciso de lo que
era España, y nos sentíamos patriotas por ello, a pesar de que había algunos
que preferían que ganase el Tour Charly Gaul en vez de Bahamontes.
También éramos ambiciosos en
el sentido de ser alguien en la vida. Teníamos respeto por los demás,
especialmente por las personas mayores. Creíamos, y creemos en Dios, hoy
desterrado de todos los sitios: escuelas, hospitales, despachos oficiales, y no
digamos ya del gobierno.
Por Navidades íbamos a
visitar Nacimientos. También íbamos a procesiones en Semana Santa, y cuando
veíamos por la calle a un religioso Pasionista, corríamos a besarle el
Crucifijo que llevaba en su hábito. Y si alguien nos preguntaba cómo nos
llamábamos, dábamos nuestro nombre y apellidos con la coletilla “para servir a
Dios y a usted”.
A grandes rasgos, estas eran
las características de los de nuestra generación.
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