martes, 15 de junio de 2021

Paralelismo y similitud con la Segunda República.


 Como ya saben, se ha terminado el jaleo electoral del 4 de Mayo en la comunidad de Madrid, con los resultados conocidos. Leyendo y escuchando los discursos, mítines y “razonamientos” de los líderes “pablistas” y “pedristas”, vemos un gran paralelismo y similitud con lo dicho por ciertos líderes políticos cuando se celebraban las elecciones de aquella nefasta Segunda República, ya que la violencia política campó y campa por sus respetos antes y ahora.

La aniquilación selectiva del contrario, se vio en los citados mítines “pablistas” y “pedristas”. Su objetivo era intimidarlo. La intransigencia y la exclusión así lo demostraron. La democracia pluralista de la que tanto hablan dichos líderes, brilló por su ausencia. Su lenguaje radical y belicista también lo demostraron.

Por otra parte, tal pareció, y parece, que esta “democracia” es patrimonio exclusivo de estos “líderes”, que no hacen ni la más leve autocrítica de sus planteamientos. En una verdadera DEMOCRACIA tiene que haber pluralismo de valores, pero cuando éstos salen a la luz, se ponen catatónicos y ciclotímicos, ya que el concepto que tienen de la “democracia” nada tiene que ver con la libertad, y sí con la revolución.

Asimismo, la competencia electoral se hace con términos que plantean batallas y enfrentamientos, ya que “nosotros” somos los buenos y “ellos” los malos. Por tanto, “no pasarán”.

Estos “líderes”, amén de los términos radicales, también usan la demagogia, el populismo y la logomaquia para criticar otras ideologías, cuyos defensores y partidarios son tildados y catalogados como enemigos peligrosos. Lo que persiguen es monopolizar el poder y expulsar al “enemigo”, valiéndose de todo tipo de recursos retóricos para reseñar y destacar los propósitos aniquiladores del citado “enemigo”.

También, y de forma subliminal, los “líderes” de marras confunden Sociedad y Estado, queriendo imponer uno con un solo partido político, lo que llevaría a anular la personalidad individual.

Por otra parte, no existe el menor intento de pacto y de entendimiento con el “enemigo”, aunque en el fondo esto no nos extraña, oiga, porque para ello hay que tener cierta lucidez. Sus discursos despectivos, desafiantes, violentos y preñados de soberbia y petulancia, así lo demuestran.

Asimismo, dichos “líderes” tienen interiorizado un prepotente y pedante sentimiento de superioridad moral sobre el “enemigo”, cosa que el “pueblo soberano” se cree. Para ello se han valido, y se valen, de todo tipo de ripios, de oriflamas parlanchinas, de tópicos típicos, de fobias y de las monsergas de siempre.

Y para terminar, insertamos unas palabras de Largo Caballero (“el Lenin español”), aparecidas en diario ABC de fecha 7 de abril 1936, y pronunciadas en un mitin en la Plaza de Toros de Madrid el 5 de ese mismo mes con motivo de la unificación con las juventudes comunistas:

Que nadie se llame a engaño [. . .]. Las derechas en España, para nosotros, deben haber terminado ya en lo que significa gobernar nuestro país. No piense nadie en darles el Poder, porque si eso intentan, el proletariado lo impedirá”.

Como puede verse, pura “democracia”.



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